De la borrachera de Keynes a la resaca de Hayek

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Un cuadrilátero de boxeo, en un lado un economista de Cambridge autor de una auténtica revolución en la historia del pensamiento económico, John Maynar Keynes; del otro lado, una figura solitaria, comedida, sin la energía y fama del inglés, Friedrich August von Hayek. En medio, el gran debate teórico de los últimos tiempos en la ciencia económica. ¿Por quién apuestas?

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Hace un tiempo circulaba un vídeo de rap sobre uno de los debates más importantes y actuales que se dan en teoría económica. Ambas posturas, resumidas muy mucho, dicen:

a) Keynes: Cuando una economía entra en recesión, es necesario que el Estado complemente la falta de demanda privada a través de la demanda pública vía gasto. Así, se fomenta el consumo, que redunda en la actividad y evita una caída del desempleo. Para más inri, el Gobierno debe ser muy duro con los ahorradores, pues el ahorro frena el consumo presente, lo cual perjudica la actividad económica. De lo que se trata es de inundar la economía de dinero a través de una política fiscal y monetaria laxa. Pero dejando claro que la mejor herramienta que tienen los Gobiernos, ya que los Bancos Centrales son independientes, es optar por el lado fiscal.

b) Hayek: Como todos los economistas de la Escuela Austriaca de Economía, nos dice que la culpa de los ciclos económicos se deben a expansiones crediticias previas, que provocan una valoración irreal de los riesgos que se asumen a la hora de invertir. La economía tiene tanto dinero circulando que llegado un punto, todos los proyectos de inversión futuros parecen rentables. Al cabo de un tiempo, la economía acabará recalentada, donde la subidas de precios deriven en una inflación peligrosa, llevando a los Bancos Centrales a cortar por lo sano el torrente de dinero fácil. Es en ese momento, cuando la falta de liquidez comienza a pasar factura a los proyectos que anteriormente parecían rentables pero que, ahora ya no lo son. El excesivo endeudamiento de la economía comienza a provocar un aumento de ahorro, para pagar las deudas, provocando un descenso del consumo, la productividad y por tanto, un aumento del desempleo.

Para Hayek, las soluciones keynesianas basadas en mayor gasto público, son como dar más alcohol a un borracho con resaca, es decir, solucionamos el dolor de cabeza a corto plazo, pero no erradicamos el problema real que es la adición al dinero barato. Además, los estados tienden a gastar en momentos de debilidad económica por encima de sus posibilidades de recaudación fiscal, lo que origina deuda estatal provocada por ese déficit fiscal. Agravando aún más la situación. ¿Por qué?

Porque esa deuda deberá ser algún día pagada, pues debemos recordar que el Estado no es productivo, sino que se financia básicamente vía impuestos. Si tenemos una política fiscal expansiva con aumentos del gasto público y sin subidas de impuestos, acabaremos con falta de dinero y endeudados.

Ese es el origen del problema español. El Gobierno del Sr. Zapatero sumó a las promesas populistas como los 400€ y el cheque bebé (criticadas en su momento por tener un coste muy alto), un aumento espectacular del gasto público para políticas sociales de toda índole. Tras dos años en recesión, con una caída significativa de la recaudación fiscal y un gasto sin control, el déficit comenzó hacer acto de presencia. Y ese déficit tuvo que ser financiado, ante la negativa de subir impuestos, vía emisión de deuda.

Deuda que compran los fondos internacionales a los que tanto se acusa de especuladores, pero que al fin y al cabo son los que han permitido seguir gastando alegremente a este gobierno en sus medidas tan imprudentes. Ahora, los mismos fondos ven que nuestro Gobierno no hace nada para evitar seguir gastando, y tienen miedo de que no acaben pagando lo que les deben, por eso no quiere saber nada de nuestra economía. Exigen tipos de rentabilidad más alta para hacerse con nuestros bonos de deuda, huyen de nuestras empresas y alejan las inversiones. El problema es de tal magnitud, que hasta el Euro, del que forma parte España, comienza a verse como una moneda que pierde valor, ocasionando que los tenedores de euros deshagan sus posiciones y prefieran hacerse con otra moneda de más valor.

Otra vez más, Keynes parecía ser nuestro salvador del desastre como en los años 30, sin embargo, al igual que entonces, la aplicación de sus medidas nos lleva a una crisis de deuda estatal, desempleo y estancamiento económico como el ocurrido en los años 70. ¿Ahora, quién nos salva de él?

Archivado en Crisis, Deuda Pública, Estado del Bienestar, Keynes, Literatura económica, Teoría Económica
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Comentarios (13)

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  • Pepe dice:

    Hombre, pues es curioso que, cuando llevamos camino de los 3 años aplicando recetas básicamente anti-keynesianas, la cosa no sólo no ha mejorado, si no todo lo contrario. ¿Cómo se arregla un sistema económico donde la pasta no fluye? No entiendo ese mantra de que la deuda de un Estado es peor que Belcebú, Lucifer y Saddam Hussein juntos.

  • Si usted considera que hemos entrado en crisis en el año 2009 y no antes, le recuerdo que por aquel entonces, el gobierno socialista ideó el Fondo Estatal de Inversión Local, más conocido como Plan E, cuyo coste ha ascendido a 8.000 millones de euros. ¿El retorno de esa inversión? Pues sin conocer todos los detalles, desde luego, no muy buenos, no cree usted.

    Sin embargo, entremos al detalle de si de verdad estamos gastando menos. Si miramos los Presupuestos Generales del Estado del año 2013, los gastos generales del estado asciende un 5,6% respecto a los del año 2012. Vaya, entonces si no gastamos menos, por qué se dan los recortes, pues porque la gran mayoría de esos gastos tienen su origen en el pago de los intereses que crea nuestra deuda y partidas que el gobierno no ha decedido tocar: pensiones y políticas pasivas de desempleo.

    Lo que nos hemos gastado antes y no hemos podido pagar, ha creado un déficit, que se convierte en deuda y estamos pagando ahora. ¿Con qué resultados? Pues con los que tenemos encima de la mesa: cifras de paro record y crecimiento económico en busca y captura.

    Gracias por su comentario. No se olvide de ser feliz.

    • Pepe dice:

      Como veo que lo que me dices no tiene nada que ver con lo que yo he dicho o preguntado, intento reformular la cuestión: hasta ahora, las medidas que se han adoptado han ido en la dirección que (creo) tú propugnas: menos inversión pública, más recortes y austeridad; y lo que tenemos es más paro y de crecimiento, ni con los fertilizantes del padre Mundina. ¿Crees que si seguimos con esta misma receta saldremos de esta situación? ¿Por dónde vendra el crecimiento si nadie invierte? ¿Y si nadie consume? ¿Cómo creamos trabajo para 5 millones de personas si nadie invierte? ¿Nos encomendamos a Adelson? Son muchas preguntas. Naturalmente, no te sientas obligado a contestar. 🙂

      Y aclaro: – no le he puesto fecha al comienzo de la crisis, he dicho que llevamos camino de 3 años aplicando esta misma receta (mayo 2010 si no recuerdo mal, los primeros recortes de Zapatero). – no entiendo qué tiene que ver con la cuestión planteada el – para mí nefasto – Plan E.

  • Estimado Pepe,

    El problema es que las recetas aplicadas no son anti-keynesianas ni ahora, ni lo fueron al principio de la crisis. Cuando el gobierno socialista por fin decidió reconocer el problema, empezó aplicando la receta keynesiana a todo trapo, aumento del gasto público hasta el punto de acabar con el superavit registrado en los años anteriores. Evidentemente, no funcionaron porque seguimos donde seguimos.

    El actual gobierno realiza políticas de recortes, pero sigue gastando y mucho, en medidas totalmente keynesianas: ayuda a compra de automóviles, mantenimiento de empresas públicas, el rescate bancario, la creación del banco malo, se sigue subvencionando organizaciones empresariales, sindicatos y partidos políticos, etc.

    Respondiendo a tus preguntas:

    • “¿Crees que si seguimos con esta misma receta saldremos de esta situación?” Salir saldremos, porque al igual que las vacas gordas se vuelven flacas, éstas también acaban engordando. El problema es el tiempo que necesitan y como estará nuestra estructura económica cuando lo logremos.
    • “¿Por dónde vendra el crecimiento si nadie invierte?” Te remito a un artículo de CapitaLibre titulado “El estado expulsa al empresario: efecto crowding out”. La inversión debe ser privada, y el sector privado no invertirá mientras el ahorro no se estabilice o el crédito destinado a financiar al estado vaya a empresas y familias.
    • “¿Y si nadie consume?” El consumo tiene dos patas: el interno y el externo. Para fomentar el consumo interno quizás deberíamos haber bajado impuestos para permitir una renta disponible mayor y no subirlos, ¿no crees? Porque la subida de impuestos va destinada a dos cosas: intentar mantener el gasto público y pagar los intereses de nuestra deuda. Por otro lado, si la demanda nacional no es suficiente, deberíamos procurar aumentar nuestras exportaciones, ¿cómo?, siendo más competitivos en los mercados internacionales. Son necesarias medidas estructurales a largo plazo de nuestra economía, pero el problema de este tipo de política económica es que juega en contra de los gobiernos cortoplacistas, pues sus beneficios se ven a largo plazo y puede que, en vez de reportar beneficios electorales al gobierno, en un futuro sea la oposición quien los disfrute. ¿Qué medidas? Bajar los salarios, bajar los impuestos y tasas, reordenar nuestro mercado energético, cuidar la marca España, reducir la burocracia a la exportación, fomentar la habilidad emprendedora, etc.
    • “¿Nos encomendamos a Adelson?” Pues ojalá no fuese un solo Adelson el que quiera venir, sino muchos y no solo empresarios del juego, sino de todos los sectores. ¿Qué tiene de malo que parte del negocio que se está quedando Las Vegas lo aprovechemos nosotros? Por cierto, voy un paso más allá: legalizaría las drogas y la prostitución. Prohibirlas solo sirve para crear un mercado negro, mafias y economía sumergida.

    Y quiero dejar claro que los recortes son la forma que tenemos de pagar la deuda que el gasto público generó antes.

    Gracias por el debate y la atención que te ha despertado mi artículo.

  • Fede dice:

    La culpa no es de keynes sino de la aplicación de sus ideas. Yo soy argentino y a partir de los 70 se inició un proceso neoliberal. En los años 90 fue una etapa de liberalismo salvaje en donde el Estado desapareció casi por completo. ¿Qué sucedió? En el 2001/2 tuvimos la crisis que ustedes están teniendo ahora (caos social, robo en masa a supermercados, renuncia del presidente, 5 presidentes en una semana, la sociedad se vio desaparecida) 10 años después te cuento que utilizando las teorías de keynes y marshal la crisis comenzada en 2008 no nos afectó de una manera considerable. Claro que perdimos negocios y hubo un par de problemas con respecto al mercado mundial pero en la balanza te digo que estamos mejor mucho mejor que en los años 90, mejor estructura económica y derechos sociales y laborales. Espero sinceramente que la situación en España cambie pero te digo que eliminar al Estado de la ecuación va a traer más problemas que ventajas. La evidencia está en los años de crisis que pasamos nosotros. Un saludo.

  • Estimado Fede,

    Lo primero, debo dejar claro que no soy un gran conocedor de la historia económica de Argentina.

    Las sucesivas crisis que padece Argentina tienen su origen en la aplicación de recetas claramente keynesianas y de intervención clara del Estado en la economía. Recordemos el plan de Raúl Prebisch, bajo el postulado desarrollado por el mismo y la CEPAL en el modelo ISI, que originó procesos hiperinflacionarios en el país acompañados de una deuda estatal desbocada. Males que Argentina vió potenciados en la crisis del petróleo de los años 70.

    Las políticas económicas siguientes, si bien introducieron cierto grado de libertad a la economía argentina, no fueron apoyadas lo suficiente, siendo abandonadas con prontitud, al establecerse en el año 1983 el conocido como Plan Austral, “con el que se intentó atajar la inflación, congelando precios y salarios, eliminando el exceso de dinero y creando una nueva moneda, el austral. A la vez, se trató de reducir el déficit fiscal estableciendo altos impuestos sobre el comercio exterior y realizando una reforma fiscal. Estas medidas contuvieron la inflación y el déficit fiscal a corto plazo pero, a cambio, la demanda interna quedó debilitada y por ello, para compensar, la política monetaria continuó siendo expansionista.” (Isabel Sanz Villarroya, Revista de Historia Económica – Journal of Iberian and Latin American Economic History, Nº 1, 2004). Medidas todas ellas que distan de ser liberales.

    Y aunque si bien es cierto que suele considerarse el periodo económico que va desde Menem a la crisis del corralito como un periodo neoliberal, la realidad es bien distinta. Aunque se comenzó un proceso de privatización de la industria nacional, la ocurrencia de fijar el tipo de cambio del peso con el dolar, no hizo sino agrandar los males estructurales que la economía argentina padecía. La pretensión de que el Estado era capaz de decidir y controlar ese tipo de cambio de mejor forma que el mercado, motivaron los problemas que Argentina padeció después.

    Un saludo y gracias por su comentario.

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