¿Existe alguna corriente de pensamiento económico capaz de aportar una explicación fresca y original sobre la crisis que sufrimos? ¿Es culpa únicamente de los bancos? ¿Es responsable el Estado y su elevado gasto público? ¿Qué papel tienen los emprendedores y empresarios en la teoría económica? ¿Qué implicaciones supone para la economía un sistema bancario basado en la reserva fraccionaria? ¿Cúal es el papel de los Bancos Centrales? Todas estas preguntas encuentran respuesta en La Escuela Austríaca. Mercado y creatividad empresarial de Jesús Huerta del Soto, catedrático de Economía Política en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Las respuestas que da el autor no dejarán indiferente a nadie y, desde luego, fomentarán un debate intenso, fructífero y placentero para todos aquellos que, de uno u otro modo, buscan dar solución al por qué de esta crisis. Pocos economistas, menos aún los más mediáticos, defienden alternativas tan valientes como la desaparición de los Bancos Centrales o la eliminación de la banca con reserva fraccionaria. Pero además, ninguna corriente de pensamiento económico como la austriaca ha dedicado tanto tiempo y esfuerzo en comprender y poner en valor el papel del emprendedor-empresario en la teoría económica.
De todo acto de empresarialidad, se producen tres efectos de extraordinaria importancia. Por un lado, la función empresarial crea nueva información […]. En segundo lugar, esta información se transmite a lo largo del mercado. Y, en tercer lugar, como consecuencia del acto empresarial, los agente económicos implicados aprenden a actuar cada uno en función de las necesidades de los demás.
Información bibliográfica
Nombre: La Escuela Austríaca. Mercado y creatividad empresarial
Autor: Jesús Huerta del Soto
Editorial: Síntesis
Precio: 13,50 €
Temas principales:
– Principios esenciales de la Escuela Austríaca. – Conocimiento y función empresarial. – Principales pensadores: Los orígenes y los primeros representantes: Menger, Mises, Bohm-Bawerk, Hayek. – La Nueva Escuela de Economía Austríaca: Rothbard, Kirzner, Hoppe, Salin.
Ideas clave
Resulta muy complicado resumir para una reseña la multitud de ideas que esta escuela de pensamiento económico ha desarrollado. Sin embargo, hay una serie de ideas básicas que sustentan todo su entramado discursivo, en las cuales me detendré brevemente. Las otras aportaciones no deben tomarse como secundarias o de menor valor, todo lo contrario, pero serán simplemente mencionadas para que el lector las tenga presente, llamando a su curiosidad e inquietud intelectual para que se sumerja de lleno en ellas.
De la teoría de la decisión neoclásica a la teoría de la acción austriaca
Los economistas de la Escuela Austríaca se muestran muy críticos con la definición clásica de economía ofrecida en su día por Robbins, “La economía es la ciencia que analiza el comportamiento humano como la relación entre unos fines dados y medios escasos que tienen usos alternativos” (Robbins, 1932), ya que “la concepción de Robbins supone implícitamente un conocimiento dado de los fines y los medios, con lo que el problema económico queda reducido a un problema técnico de mera asignación, maximización u optimización.” (Huerta del Soto, 2000). Por ello:
Frente a esta concepción […] los economistas austríacos, que consideran que el hombre, más que asignar medios dados a fines también dados, lo que realmente hace es buscar constantemente nuevos fines y medios, aprendiendo del pasado y usando su imaginación para descubrir y crear (mediante la acción) el futuro. Por eso, para los austríacos, la economía queda subsumida o integrada dentro de una ciencia mucho más general y amplia, una teoría general de la acción humana […] la praxeología.
Función empresarial vs. homo económicus
La acción humana anteriormente descrita se identifica en la teoría austríaca económica con la función empresarial:
La función empresarial, en un sentido estricto, consiste básicamente en descubrir y apreciar (prehendo) las oportunidades de alcanzar algún fin o, si se prefiere, de lograr alguna ganancia o beneficio, que se presentan en el entorno, actuando en consecuencia para aprovecharlas. Kirzner dice que el ejercicio de la empresarialidad implica una especial perspicacia (alertness), es decir, un continuo estar alerta.
El conocimiento disperso y los procesos de autoorganización
El conocimiento forma parte central de los principales postulados de la Escuela Austríaca, pero se trata de un tipo de conocimiento que debe ante todo aportar información, es decir, algún tipo de utilidad a la hora de llevar a cabo la función empresarial.
La gran labor del empresario-emprendedor es su capacidad como sujeto de ver allí donde antes nadie veía, la oportunidad crear un nuevo proyecto que de respuesta a una pregunta. Esa capacidad genera una serie de conocimientos:
- Son exclusivos del empresario (subjetivos).
- Llaman a la acción para realizar algo de una manera determinada (prácticos).
- Al principio solo el emprendedor lo posee y nadie más lo conoce (privativos).
- Las dificultades que supone el reto hallarán solución en aportaciones de conocimiento en posesión de otras personas (dispersos).
- El actor sabe cómo hacer o efectuar determinadas acciones pero “no sabe cuáles son los elementos o partes de lo que está haciendo, y si los mismos son ciertos o falsos”.
- Surge de la mente del empresario y su creatividad (ex nihilo o de la nada).
- Una vez puesto en marcha el proyecto todo el conocimiento utilizado puede comunicarse a otras personas (transmisibles).
Debido a este tipo de conocimiento, todos los procesos sociales son auto-organizativos, pues para planificar un fenómeno social sería necesario poseer toda la información posible. Pero como ya sabemos, este tipo de conocimiento se encuentra disperso. Es por ello que la ingeniería social que pretende que unos pocos sean capaces de ordenar el todo social sea más un pecado de arrogancia que una actividad beneficiosa para todos. Las grandes estructuras sociales como el lenguaje, el derecho o el mercado surgieron sin que nadie lo planificara o regulara y han encontrado un orden a través de ellos mismos y su libertad de acción.
La semana que viene seguimos analizando
El libro de Jesús Huerta de Soto tiene mucho que analizar, así que hemos decidido dividir las temáticas clave en dos artículos separados. En el próximo artículo analizaremos la utilidad marginal (Menger), la teoría del capital (Bohm-Bawerk), la teoría del ciclo económico (Mises y Hayek) y acabaremos con un poco más de profundidad el resto de la bibliografía del autor, así como con una conclusión y la valoración final del libro.
¡No te lo pierdas!
Me surgen dos dudas en este artículo.
La primera es sobre la propuesta austriaca de volver al patrón oro: a mí me han enseñado que ese sistema automático de autorregulación tenía un coste demasiado elevado a nivel social, más de lo que se pensaba en el plano teórico. (Vamos, que había que darle un empujoncito porque si no era demasiado lento y doloroso para la sociedad) Sospecho que defenderán el patrón oro con alguna novedad.
La segunda duda no es tanto una duda sino una discrepancia, en este párrafo:
“Las grandes estructuras sociales como el lenguaje, el derecho o el mercado surgieron sin que nadie lo planificara o regulara y han encontrado un orden a través de ellos mismos y su libertad de acción.”
El derecho primitivo estaba asociado a la deidad y por tanto era el hechicero de la tribu quien dictaba las normas, cuando había repetición en la solución se hacía obligatoria en lo sucesivo pudiendo llegar a sanción. Más tarde eran los reyes quienes, por su conexión con lo divino, seguían haciendo lo mismo (por eso el Papa consiguió ser una autoridad superior, sus leyes no tenían más rango que la de los reyes pero éste podía excomulgarles y eso sí degradaba la autoridad de los otros. Y algo parecido en el Islam. Y hasta nuestros días la difusión del derecho común por todo el mundo adquirida por los dirigentes porque conllevaba parte del derecho romano de la época del principado y dominado el cual otorga al legislador poder imperial. El derecho común aumentaba el poder de los dirigentes y se diseñó por juristas. El único momento de la historia donde las comunidades resolvían cuestiones legales de forma independiente fue en época visigoda en el caso de la península, por la vulgarización del derecho y la caída del imperio, y más tarde por la reconquista, dando lugar a algunos asentamientos nuevos espontáneos. Pero en los no espontáneos, se utilizaba el Liber Iudiciorum (derecho romano y visigodo) como norma, y cartas de población para otorgar privilegios en función de los peligros por la ubicación de cada asentamiento (cercanía con la frontera mora) Pero incluso en los asentamientos espontáneos cada grupo resolvía las cuestiones a través de las leyes y costumbres de la región de donde procedía. Vamos, lo que quiero decir es que las leyes son impuestas por una autoridad, antes un rey y ahora un Estado. El derecho consuetudinario ha quedado siempre (a través del tiempo) como algo residual en la prelación de fuentes y además nunca está libre de aromas de derecho legislado de algún momento de la historia.
En cuanto a que el mercado surgió sin que nadie lo regulara, soy un novato en esta materia, pero el mercado es “libre” hoy día. Existe el comercio desde que se conoce historia pero se copaban los sectores que a los dirigentes les convenía. Por lo tanto, a mi forma de ver, decidían quién podía pertenecer al mercado y quién no; solo los judíos podían prestar dinero, o, monopolio andaluz con la plata de indias, por ejemplo (hoy día también tienes muchos ejemplos) Supongo que te refieres a mercado como algo mucho más amplio o abstracto; como meros agentes que intercambian, y no en porciones pequeñas como mi ejemplo.
Adonde quiero llegar con todo esto es que, a pesar de que el conocimiento esté disperso, han conseguido alterarlo artificialmente a lo largo de la historia. Y en mi opinión lo seguirán haciendo porque en el párrafo que has escrito, has puesto en duda la necesidad de un ente para la regulación de los recursos y del derecho, los dos pilares básicos que justifican la existencia de un Estado.
En mi opinión, puede parecer que hoy día no necesitamos que unos pocos regulen la vida cotidiana de la sociedad porque como moléculas podemos tomar decisiones y organizarnos de manera autónoma. Pero igual que esos pocos que dirigen a los demás lo justificaron en su día por la protección que podían darle a los individuos ¿qué pasaría hoy día en una situación de defensa si la toma de decisiones no estuviera centralizada? Y las decisiones están condicionadas tanto por el Derecho, porque legitima el uso de la fuerza del Estado (eso implica obligar a obedecer una ley a un ciudadano) como por la economía, porque a mi entender es la actual forma de guerra en el primer mundo.
Y del lenguaje no hablamos, pero está igualmente controlado, eso no quita que evolucione, pero no es libre.
Estimado José:
Gracias por tu comentario lo primero. En referencia a tu opinión sobre el patrón oro, lo único que impide el patrón oro es que el gobierno pueda emitir más moneda, vamos que los bancos centrales le den a la impresora y creen dinero, para sustentar el aumento del gasto público. Es cierto que ello impide que las políticas expansivas via demanda como las de gasto público se vean limitadas, que no suprimidas. La realidad en este sentido es un buen ejemplo, llevamos cinco años de crisis, nadie puede negar el coste social de la misma y hemos comprobado los efectos perniciosos de un sistema que permite elevar el gasto público, en un primer momento sin consecuencias, aunque luego la verdad sea otra. Pensemos que el patrón oro no se eliminó porque no funcionase, al contrario, como funcionaba tan bien controlando el gasto público disparatado, los estados lo suprimieron, ya que los aires bélicos de la Iª Guerra Mundial animaban a los gobiernos a gastar más en armamento y el sistema patrón oro no les dejaba.
El segundo tema que tratas, no debemos confundir como evoluciona una estructura como el derecho, el cual has realizado un breve pero claro ejemplo, con su origen. Lo que los austríacos defiende, con Hayek a la cabeza, es que el derecho, al igual que el mercado o el lenguaje, es que su ORIGEN es gracias a los órdenes extensos. Ni el instinto, ni la razón, sino el conocimiento disperso de miles de cientos de individuos dispersos lo han permitido.
Un saludo.
¡Gracias Alberto! Estoy deseando poder leer la segunda parte 😀
Gracias Lucía por tus amables palabras. En breve la segunda parte con más ideas interesantes y sugerentes.
Un saludo.