Entre 1986 y 1987, el escritor Alan Moore, junto con Dave Gibbons y John Higgins, crean Watchmen, una joya maestra de la novela gráfica que alcanza cotas excelsas tanto en su guión, en su estructura a la hora de ordenar las viñetas y una narración con un punto de vista objetivo como en las mejores novelas de principios del siglo XX. En ella, se trata la gloria, caída y regreso de un grupo de superhéroes denominado Watchmen. El título proviene de la traducción al inglés de la frase quis custodiet ipsos custodes? o who watches the watchmen?, en español ¿quién vigila a los vigilantes?, del poeta latino Décimo Junio Juvenal, autor de frases tan conocidas como panes et circenses o mens sana in corpore sano.
Es que no puedo dejar de pensar en quién vigilará a los vigilantes después de las declaraciones en Onda Cero de nuestro de ministro de economía, el Sr. Luis de Guindos, que declaró:
El Gobierno vigilará salarios y márgenes en las grandes empresas…
Nuestro flamante ex-directivo de Lehman Brothers, Banco Mare Nostrum , Endesa y PricewaterhouseCoppers entre otras, se erige ahora como una conciencia crítica ante los sueldos de los altos ejecutivos de nuestras empresas, que le parecen poco solidarios con la situación que está padeciendo el común de los mortales. Dicho con sus propias palabras:
El Gobierno es absolutamente consciente de que la solidaridad es imprescindible y la solidaridad empieza fundamentalmente por los que más tienen.
Yo me pregunto, ¿habrá llegado a esta conclusión ahora que su sueldo no depende de la empresa privada? O, por el contrario, ¿siempre ha sido un auténtico Robin Hood escondido entre tiburones capitalistas? Porque no podemos dejar de lado que su sueldo aproximado como consejero de Endesa ascendía a 220.000 euros anuales, que su salario en Banco Mare Nostrum por menos de un año de trabajo llegó a los miserables 65.000 euros. Claro que puede ser también que para él, estos sueldos no merezcan ser clasificados como los que deben caer bajo la vigilancia de los vigilantes.
No puedo más que alegrarme por esa llamada a la ejemplaridad por parte de nuestro ministro de economía, sobre todo para nuestros cargos políticos. En un momento donde la mayoría de los ciudadanos sufre las peores consecuencias de una crisis profunda y grave, los responsables políticos deben ser un ejemplo de comportamiento para todos los demás. Pero no solo ellos, sino también los directivos de las empresas, que no pueden dejar caer en saco roto sus discursos de contención del gasto, frugalidad y control salarial.
Soy un claro defensor de las tesis liberales, no creo que el Estado deba vigilar lo que directivos y consejeros de empresas privadas cobran, esa labor le corresponde a los accionistas de la compañía. Y si además de jefes, se consideran líderes, predicarán con el ejemplo ante sus empleados, o no lograrán jamás convencer a sus trabajadores que son las personas necesarias para liderar esas corporaciones. Hablar de esa necesidad de ejemplaridad pública en los políticos creo que es algo que cae por su propio peso. Por ello, Sr. de Guindos, no puede usted decir lo que dice y luego comprarse un ático de lujo en La Moraleja cuyo valor ronda el millón y medio de euros, hacerlo antes de la subida del I.V.A. con lo cual se ahorrará casi 25.000 euros, ya que tributará al 4% y no al 10%.
Recomiendo por tanto, al señor ministro y a todos los altos directivos de este país, una obra del filósofo Javier Gomá titulada “Ejemplaridad pública”, un texto magnífico y de lo mejor que se ha publicado en ensayo en nuestro país por un intelectual patrio. Para abrir boca y que vayan corriendo a su librería, una pequeña cita extraída del libro:
“Se promulgan demasiadas leyes, se dan pocos ejemplos”, denunció Saint-Just, parcial de Robespierre, ante la Convención revolucionaria. Desde entonces, los ejemplos escasean en política y las leyes menudean cada vez más.
Lástima que el propio Saint-Just no predicara con el ejemplo.
Desde mi punto de vista, en las empresas en las que haya beneficios, no haya ERE´s y sus empleados cobran sueldos dignos, por mi como si el sueldo del directivo de turno es escandaloso, es más… si supuestamente son rendimientos del trabajo y tributa como tiene que tributar por ello, el estado se verá beneficiado. Quiénes tienen que mirar sus sueldos son los políticos cuya efectividad es dudosa y difícil de demostrar, si sometieran sus sueldos a referendum… igual quedaban a deber.
Ya no se trata tanto de los salarios que cobre un directivo de una empresa, para mí se trata de algo mucho más básico y fundamental, lo que los abuelos llamaban predicar con el ejemplo. Sobre los políticos ya lo has dicho todo.
¡Gracias por el comentario figura!