Hay situaciones que para mí son difíciles de entender, quizás porque no soy capaz de verlas en toda su complejidad o bien, porque se escapan a mis limitadas funciones cognitivas. Uno de esos casos que no logro captar bien son las retribuciones que se llevan los consejeros delegados de muchas compañías, no por lo llamativo de sus elevadas cifras, sino cuando se las embolsan a pesar de que los beneficios de las empresas en las que trabajan, han menguado.
Según el diario El País en su suplemento de Negocios del domingo pasado:
La remuneración por asalariado, por ejemplo, cayó un 3% en el último trimestre del año. En este período se notó el recorte de los sueldos a los funcionarios, pero es evidente que la pérdida de poder adquisitivo es un hecho en España.
Lo es, sin duda, como muestran las mejoras en los ratio de productividad del trabajo y costes laborales unitarios, éste último, bajando desde el año 2009. La Comisión Europea lo celebra:
Hay signos de que en España los salarios se están volviendo más sensibles a la situación económica.
Que en el lenguaje común de los mortales viene a decir que ante la que nos está cayendo, bajar salarios es la única forma de mejorar nuestra competitividad, ante la imposibilidad de realizar una devaluación monetaria. Los españoles consumiremos menos, sí, pero nuestros precios en el comercio internacional será más competitivos y tirarán de la demanda exterior, ayudándonos a salir del pozo.
No tengo nada en contra de que los sueldos de los trabajadores se revisen según la evolución de los beneficios de cada compañía, es más, me parece lo correcto y no como está estipulado en la mayoría de los convenios, a la inflación. Hasta aquí, parece algo lógico, si la empresa gana más, yo como empleado ganaré más y a la inversa. Pero parece que la lógica no está tan extendida entre las compañías de nuestro IBEX 35.
El año pasado, las 35 empresas con mayor volumen de capitalización de la bolsa, obtuvieron en total 14089 millones de euros en beneficios, lo que supone casi un 58% menos respecto del año anterior. Por otro lado, las retribuciones de los consejos de administración ascendió a 260,62 millones de euros, lo que arroja un incremento del 5%.
El baile de cifras no deja de ser interesante, la remuneración por asalariado baja un 3%, los beneficios atribuidos caen cerca del 58% y los consejeros delegados ven como sus emolumentos ascienden un 5%. Esto me deja con unas dudas:
– Se habrán llevado sólo el 5% los miembros del consejo precisamente por ese tremendo descenso de los beneficios, por tanto, si estos hubiesen sido mejores, el porcentaje de incremento de los sueldos directivos hubiese sido mayor o bien, – Los consejeros de las diferentes empresas del IBEX 35 han logrado frenar la caída en ese 58% y no más, por lo tanto, su recompensa es ese aumento en su salario o, – la correlación entre lo que cobre el consejo y los beneficios de la empresa no tienen nada que ver, pero si se ven afectados los del resto de trabajadores de la organización.
Evidentemente estoy generalizando, y muchos consejos de administración son coherentes y actúan dentro de una lógica más o menos comprensible. Sin embargo, hay otros que parecen refutar la tercera de mis dudas, como puede verse en el cuadro siguiente:
Sin conocer más detalles, me parece una tomadura de pelo, como accionista lo vería así, que una empresa vea caer sus beneficios atribuidos en un 78% y su consejo de administración se premie con una subida salarial de un 19%, como en el caso de Caixabank; o más llamativo aún, el caso de Mediaset, cuyo beneficio se desploma casi un 55% sin embargo, sus consejeros se llevan un ¡250% más!.
Con ésto no quiero decir que hayan cometido un delito, ni mucho menos, están en su pleno derecho de asignarse las remuneraciones que crean oportunas, sin embargo, mi forma de liderazgo no es desde luego la suya. Creo firmemente que un líder, un directivo, si realmente se considera líder, debe ante todo, ser uno más, de hecho, el primero que con sus actos sirva de ejemplo. Exigir a una plantilla que se baja los sueldos por el bien de la compañía y luego hacer lo contrario, solo demuestra que no tiene las cualidades suficientes para estar al frente de la misma.
Esta triste reflexión me lleva a un pensamiento del que cada vez estoy más convencido: en España, en nuestras empresas existen muchos jefes, pero muy pocos líderes y sin un liderazgo auténtico, no hay posibilidad de futuro, porque un jefe manda, pero un líder inspira y nos lleva un poquito más allá.