Startup, crowdfunding, networking, aceleradores de empresas, coworking… está de moda emprender. Esta alternativa al seguro y estable trabajo por cuenta ajena parece casi una opción de obligada valoración para los desempleados, movidos por el nuevo boom llamado cultura emprendedora y que ha servido de caldo de cultivo para nuevas profesiones de apoyo a quienes si optan por arriesgarse.
Entonces, ¿todos los desempleados deberían plantearse emprender?, la respuesta parece evidente, no. La primera cuestión a tener en cuenta es si se cuenta con una idea de negocio con potencial, algo que podremos valorar a través de nuestra plan de empresa y el pertinente estudio de mercado. No se trata de dar con el producto que revolucione el mercado, puede ser simplemente mejorar algo ya existente mejorando su calidad o prestaciones. Google o iPhone no fueron los primeros en su sector pero si revolucionaron sus mercados ofreciendo algo que no consiguieron sus competidores. El plan de empresa es uno de los aspectos clave, no solo porque nos ayudará a conocer el potencial de nuestra idea, si no que nos servirá de carta de presentación ante inversores y otras empresas con las que nos interese colaborar, así como de modelo base sobre el que valorar el crecimiento y evolución de nuestro negocio.
Pero, ¿es suficiente con una buena idea?, de nuevo la respuesta es no. Aunque no vamos a caer en el romanticismo de la idea de que un emprendedor nace ya siéndolo, si que existen ciertas cualidades que debe poseer como la inquietud, la creatividad y ese punto de locura que siempre hace falta. Nunca es buen momento para emprender, por lo que aunque existe la posibilidad de aprender a ser emprendedor, a través del coaching, las escuelas de negocios, etc., está claro que emprender, es cuestión de actitud. Una persona conformista, cómoda y que persigue seguridad laboral y/o económica, difícilmente podrá llevar a cabo una idea de negocio adelante. Los primeros pasos serán difíciles, llenos de momentos de dudas, trabas y detractores, pero si la actitud es la correcta y se cree firmemente en el proyecto, la garantía de éxito es máxima. La actitud es una de los pilares sobre los que se sustenta una historia de éxito empresarial.
La fórmula perfecta se compondría de:
– Una buena idea: No necesariamente brillante o innovadora, pero si apoyada en un buen plan de empresa y en la que creamos y nos apasione. Durante la puesta en marcha de un negocio son muchas las personas a las que habrá que venderles la idea, desde la propia pareja, familiares y amigos, entre los que encontraremos matasueños y pesimistas varios, hasta inversores, socios y contratas. Estudia el mercado, valora tu capacidad, conocimientos y experiencia, seguro que alguna vez has detectado que algo falta o se podría hacer mejor.
– Actitud: Hablamos de pasión, decisión, capacidad de sacrificio, tanto de energía como de tiempo personal, positivismo, resiliencia y vitalidad. Aspectos que todo emprendedor debe poseer. Eso si, un emprendedor debe ser realista y objetivo, saber valorar riesgos y cuando debe decir hasta aquí. Emprender supone asumir costes, tanto económicos como personales, por eso, partiendo de un buen plan de empresa, nuestros pasos serán calculados y previamente estudiados, no se trata de jugar a ser trapecistas sin red.
– Habilidades personales: Son muchas las aptitudes que nos demandará el nuevo camino por el que hemos optado, desde la capacidad para solucionar problemas y tomar decisiones, hasta las, cada día más necesarias, habilidades sociales, entre las que destacan las comerciales, la capacidad de negociación y la asertividad. Una de las principales habilidades debe ser la humildad, para reconocer la necesidad de seguir aprendiendo y emprendiendo dentro de tu idea de negocio día a día, aceptar consejos, críticas y sugerencias y por supuesto, aceptar nuestros errores y malas decisiones.
– Financiación: Todos somos conscientes de la situación actual en España, donde encontrar financiación es complicado, no obstante el dinero sigue fluyendo, aunque por vías diferentes, por ello debemos considerar fuentes de financiación alternativas a las entidades bancarias. Desde familiares y amigos, hasta inversores privados. Existen multitud de plataformas de crowdfunding que nos permitirán sumar pequeñas aportaciones y sacar adelante nuestros proyectos de manera inicial. Los Business Angels son otro alternativa de financiación privada. Por último, el networking son una serie de encuentros que se van realizando por toda España en el que tendréis la posibilidad de conocer y conectar con otros emprendedores, con los que sumar esfuerzos y compartir proyectos, e incluso con inversores privados que esperan encontrar ideas de negocio en las que apostar. No dejéis de prestar atención a los diferentes premios para emprendedores que organizan entidades privadas que pueden significar el capital semilla que necesita para arrancar tu idea u otros modelos alternativos de financiación.
– Imagen de empresa: Uno de mis lemas como emprendedor es que si quieres ser una gran empresa, el primer paso es parecerlo, con lo que proyectar una adecuada imagen de empresa es básico. Para ello Internet y las redes sociales son un gran aliado a bajo coste. Diseña un logo, elige un nombre con gancho, colores corporativos, un eslogan, prepara unas tarjetas de visita, un dossier comercial y una atractiva web, todo con url y direcciones de email corporativas. No olvides tener presencia en las principales redes sociales y mantenerlo todo actualizado. Si fueras un inversor, ¿no te daría más seguridad poner tu dinero en una empresa con una imagen atractiva y trabajada? Una buena imagen de empresa es una manera de demostrar que crees en tu idea.
Terminando con la frase no te diré que será fácil, pero si que valdrá la pena, os animo a emprender. Cree en tu idea y capacidad, da el paso. Hoy es el día y ahora el momento, hoy puedes dar por cerrada la crisis para ti y empezar a trabajar en tu propio proyecto. Emprender es cuestión de actitud, ¿tú la tienes?