Éramos pocos y la abuela decidió ponerse de parto, dice el refrán más o menos, o lo que es lo mismo, si no teníamos suficiente con los yernos, los secretarios, los sobres, las Amy Martin y demás miserias de esta España negra, llega Joan Rosell para aportar su granito de nieve a la bola que nos está llevando cuesta abajo.
El presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales declaró ayer a la Cadena SER y de esas palabras yo me quedo con las perlas siguientes, dignas de mención y crítica:
“Yo digo de que la EPA. hecha por el INE es una encuesta, pura y simplemente. La real es el registro del ministerio, que son nombres y apellidos”; “La EPA. no es verdad, no se fíen, registra hasta 400.000 personas que no volverán a trabajar.”
“Si a mí me dejas la legislación laboral, te la cambio en una semana”; “Aunque los sindicatos lo llaman contratos basura, nosotros creemos que es mejor tener a la gente trabajando una hora, dos horas o tres horas que cero. Esa es nuestra teoría. Y que a lo mejor este contrato pudiera ser compatible con la percepción de algún tiempo de subsidio”; “Tal es la situación que tenemos que probar cualquier cosa”.
El Sr. Rosell, o bien es un desconocedor de la realidad del desempleo en este país, lo cual me preocuparía, o bien intenta algo no muy claro con las declaraciones sobre la E.P.A., lo cual me asustaría. Si, es cierto, la E.P.A. es una encuesta que realiza el I.N.E. y que difiere de las cifras que ofrece el Servicio Público de Empleo Estatal (el antiguo INEM); esa diferencia se debe, ojo al dato, a que la metodología de recogida de datos es diferente para ambas estadísticas, si, no se asusten, no me he equivocado, también la cifra del paro registrado es una estadística que sale de una serie de requisitos determinados.
En un ilustrativo documento, publicado en su día por el Ministerio de Trabajo y Fomento, escrito por José Ignacio Pérez Infante, bajo el título “¿Por qué el paro registrado supera al paro de la EPA?”, leemos:
Desde el punto de vista metodológico, la EPA, elaborada trimestralmente por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), es una encuesta a las personas en edad de trabajar residentes en hogares familiares, mientras que el paro registrado es una estadística administrativa, que elabora mensualmente el Servicio Público de Empleo Estatal (antiguo INEM), con base en los registros de las Oficinas Públicas de Empleo.
Las diferencias están por tanto en los criterios que una y otra usan para su elaboración. En el caso de la E.P.A.:
Desde la perspectiva conceptual y de los colectivos considerados, el paro de la EPA sigue estrictamente los criterios internacionales definidos por las distintas Conferencias de Estadígrafos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así como la normativa de la Comisión Europa que regula la Encuesta sobre las Fuerzas de Trabajo (EFT) de la Unión Europea, a la que debe ajustarse las distintas encuestas de los Estados miembros de la Unión incluidas en la EFT, entre ellas la EPA española.
Y en el caso de la estadística del paro registrado:
Por su parte, el paro registrado comprende al conjunto de personas desocupadas que permanecen inscritas en las oficinas públicas de empleo demandando un empleo, es decir, a la búsqueda de empleo, el último día del mes, siempre que no pertenezcan a algunos de los colectivos excluidos expresamente del paro registrado por la citada Orden Ministerial de 11 de marzo de 1985.
La metodología para obtener el paro registrado es mucho más restrictiva a la hora de calificar como desempleado a una persona, por tanto, de ahí nacen las diferencias. Por ejemplo, si un joven recién licenciado que busca su primer empleo, decide registrarse en el SEPE, no contará como desempleado en la cifra que el paro registrado ofrece. Mientras que si lo hará en la Encuesta de Población Activa (E.P.A.).
Por tanto, es falso que la “La EPA no es verdad, no se fíen, registra hasta 400.000 personas que no volverán a trabajar.” como dice Joan Rosell, porque algunas de esas 400.000 personas serán estudiantes que hayan acabado enseñanzas regladas oficiales y por lo tanto, estarán buscando su primer empleo.
En referencia a su capacidad para transformar la legislación laboral, suponemos que para bien, tengo mis dudas, pero no voy a ser yo el que dude de sus super poderes. Sin embargo, de lo que si tengo mis reservas es de si realmente conoce las malas praxis de muchos de los empresarios que él representa y defiende. Ya escribí aquí que para salir de la escandalosa y preocupante cifra de desempleados que tiene España, es necesario un auténtico compromiso entre todos.
Ese compromiso no puede existir mientras muchas mentalidades y prácticas comunes dentro del mundo empresarial no cambien. ¿A qué me refiero?
– A los procesos de subcontratación (“outsourcing”) que buscan eludir la contratación de personal bajo el convenio colectivo establecido en la empresa. Se contrata de esta forma personal necesario, pero que por pertenecer a otra empresa, realizan las mismas actividades que los empleados propios, pero con unas condiciones profesionales inferiores.
– Estos mismos procesos de subcontratación permiten además la realización de horas extras no remuneradas, convirtiendo las jornadas laborales en días de 10 o más horas, con proyecciones de carrera inexistentes, empleados desmotivados, conflictos y un sinfín de problemas. Además, estos procesos de subcontratación se dan en los sectores como el tecnológico. Basta preguntar a cualquier ingeniero en informática, telecomunicaciones, industrial que esté recién incorporado a una de las cientos de empresas en España que trabajan así.
– Y no solo en el sector tecnológico, esta forma de contratación y trabajo se está expandiendo a otras áreas como la consultoría, la auditoría, la gestión de proyectos, etc. . El resultado, cientos de trabajadores cualificados cuyas primeras experiencias laborales son denigrantes y negativas. Estamos creando un ejército de trabajadores preparados que piensan que el trabajo en la empresa privada es un infierno, incapaces de comprometerse, ser participativos, donde se frenan la proactividad que no sea entendida en más y más horas de trabajo, en definitiva, estamos creando empleados “quemados” con muy poca trayectoria laboral. Es decir, estamos sembrando la semilla de empleados desmotivados en los sectores que deben hacer crecer y transformar en competitiva nuestra economía.
– La defensa por parte de la mayoría de los empresarios del mito de ganar productividad “echando más horas en el trabajo”. España es uno de los países de la OCDE que más horas trabaja y que menos productividad por trabajador obtiene. Las mejoras auténticas en los ratios de productividad no se logran bajando salarios o trabajando más tiempo, sino aplicando mejoras en los procesos que aumenten la eficiencia y la eficacia, logrando economías de escala, etc. El empresario español en su mayoría, sigue sin entender lo vital que es la innovación.
– Unir a ello la mala praxis que se ha dado y se da de los diferentes tipos de contratos, que ocultan una contratación indefinida, pero sin pagarla. Me refiero a esos puestos de trabajo que año tras año, se ocupan con becarios y contratos temporales. Se forman empleados una y otra vez, y se deja marchar talento una y otra vez, simplemente por ahorrarse unos míseros cientos euros.
– La obsesión por la formación que aporta el trabajador, pero no la que puede aportar la empresa. En España, muchos de los profesionales está sobrecualificado para el trabajo que está desempeñando. En los diferentes procesos de selección se pide una y otra vez formación y más formación, que luego en la mayoría de los casos no se pone en práctica. Otra cuestión a resaltar es la facilidad con la que se encasilla a los profesionales dentro de una categoría y un sector, como si después de haber demostrado capacidad de aprendizaje, durante el desempeño profesional ésta se perdiese. Si has entrado como auditor financiero y después de cinco años, decides que tu camino es el márketing o los recursos humanos, lo tendrás muy difícil en este país, pero no en los Estados Unidos o el Reino Unido, donde cambiar de categoría, sector o área es mucho más sencillo. Dentro de este campo, cae la triste concepción sobre políticas formativas fomentadas desde la propia empresa, demostrando que la gran mayoría de empresas no invierte en sus empleados.
– Lo anterior demuestra que la mayoría de las empresas siguen definiendo la demanda de perfiles profesionales bajo criterios de título educativo y no de competencias, como si estudiar una determinada formación dotase de unas ciertas competencias por defecto.
O cambiamos esas mentalidades empresariales, más difundidas de lo que pensamos, o por mucho que el Sr. Rosell tenga ese super poder de cambiar la legislación laboral para bien, la situación seguirá siendo mala. Porque una cosa es reducir los niveles de desempleo, ahora mismo nuestra principal labor, que sembrar la semilla de la productividad, que bajo los ejemplos mostrados anteriormente, no crecerá o de crecer, lo hará marchita y enferma. Porque si en una empresa sus trabajadores no sonríen, difícilmente lo harán sus números.
Yo un problema que le veo a las palabras de este señor, cuando dice “es mejor trabajar una o dos horas…”, es que muchos empresarios se aprovecharían de este tipo de mini-contratos para tan solo asegurar al empleado por 2h, pero obligarle a trabajar muchas más.
Resulta triste, pero habitual, que un posible empleador te diga “te contrataré a media jornada, pero la trabajarás entera…”. El problema es que la situación es tan complicada que no se puede tirar mucho más de la goma y muchos se ven obligados a aceptar.
A parte de que estás declaraciones me parecen absolutamente demagógicas y que, con la que ha estado cayendo en la CEOE, lo mejor que podría hacer es estar calladito durante un tiempo. Lo importante, como tu dices, no es trabajar más horas sino mejorar los aspectos de eficacia y eficiencia. Fantástica la última frase, te la compro ¡¡¡
sencillamente lamentable este “Señor”
Muchas gracias David, Jose Luis e Iván por vuestros comentarios. Lectores fieles y atentos como vosotros premian el esfuerzo de escribir cada artículo.
Un saludo.