Quiero empezar por México. Primero porque he vuelto hace poco de un viaje maravilloso por este país conociendo su capital y el estado de Jalisco. Segundo, porque tiene una ubicación especial, comparado con otras economías latinas. Su cercanía a los Estados Unidos hace de México un gran dependiente del vecino. Incluso México forma parte de la TLCAN, el tratado de libre comercio entre los estados norte-americanos: Canadá, EE.UU. y México. Según el Gobierno Federal 80% de las exportaciones van a los vecinos en el norte.
No obstante la mayor crisis económica de los últimos años no fue inducida por los EE.UU. sino más bien por un deterioro de la moneda nacional provocando un terremoto en las instituciones financieras. El Peso Mexicano, antes del 1994 fijado al Dólar, era sobrevaluado y por eso se estaba produciendo un déficit comercial grande. Además el gobierno gastó de una manera insostenible, induciendo así el miedo de una mayor inflación y así crecieron dudas sobre el desarrollo económico de México.
Lo que es común, aunque peligroso en países que fijaron su moneda nacional a otras monedas más fuertes, es el endeudamiento en la moneda fuerte, por ejemplo en dólares. En cuanto todo va bien no hay problema. Pero en el momento que empieza a salir capital del país y las reservas de divisas se están agotando ya no se puede mantener la tasa de cambio fija y la moneda nacional tiene que devaluarse. Ahora el sistema financiero está en peligro. Todos (personas privadas, bancos, el sector público) que se han endeudado en dólares sufren ahora porque la moneda de sus ingresos está menor valorada y hace imposible el pago de la deuda que está denominada en dólares (u otra moneda fuerte). Eso ocurre con la mayoría de los deudores y ya los bancos mismos son incapaces de cumplir con sus obligaciones. Además la banca mexicana de aquella época actuó muy irresponsablemente en los años anteriores y por eso la morosidad era muy alta y había poco capital propio.
Justo este desarrollo ocurrió en México (llamado Efecto Tequila) provocando que el Peso tuviera que pasar a flotar libremente y perdiendo así mucho de su valor. La administración de Bill Clinton actuó rápidamente, temiendo que lo ocurrido podía poner en peligro al sistema financiero de EE.UU. La medida fue una línea de crédito para salvar al gobierno mexicano (que emitió bonos denominados en dólares) y así al sector financiero. A pesar de las ayudas, la crisis afectó la sociedad mexicana disminuyendo sustancialmente el ingreso real de las familias y causando un aumento significativo de la pobreza. Por desgracia la tasa de pobreza en México se mantiene alta hasta hoy, creando grandes diferencias en la distribución de la riqueza.
Lo bueno en México fue que la devaluación del Peso causó un fuerte empuje para las exportaciones. Las autoridades actuaron con el objetivo de crear confianza. Nuevas leyes que limitaron el déficit público y nuevas normas de prudencia para la banca ayudaron a estabilizar el sistema. El Banco de México consiguió mantener la inflación en las dos décadas siguientes relativamente baja. Sin embargo, el crecimiento económico no podía mantener la fuerza que demostraba al salir de la crisis y algunas voces críticas culpaban a las mayores restricciones en el sector financiero. Pero también se notó siempre la dependencia del desarrollo en EE.UU. Y por eso la economía mexicana sufrió más que por ejemplo Brasil durante la crisis financiera del 2008. Desde luego hoy la economía mexicana tiene casi mejores previsiones para el 2013 que muchos de sus socios latinoamericanos.
