Hace unos días el ministro Cristóbal Montoro, en contestación al presidente de la CEOE Joan Rosell, nos adelantaba la noticia de que, en la próxima reforma fiscal, el Gobierno estudiará incluir medidas contra el fraude fiscal.
Entre otras cosas, Joan Rosell ha dicho que para poder atajar la economía sumergida es necesario que afloren determinadas actividades no declaradas, sobre todo en el sector servicios, como pueden ser las empleadas del hogar. Según el INE, en España existen 450.000 empleadas del hogar no declaradas que, por lo tanto, trabajan en negro.
Según el presidente de la patronal, se podría poner en marcha unas medidas que ya existen en otros países y que están dando un buen resultado. En este sentido, propone que para estos trabajadores existan una cotizaciones bajas, bonificando al mismo tiempo a los empleadores, así como incentivos fiscales.
A estas declaraciones, Montoro ha dicho: ”Lo estudiaremos y lo consideraremos en el proyecto de reforma tributaria que queremos tener para marzo de 2014″.
Pero yo pienso que lo que realmente habría que preguntarse es: ¿no sería mejor aplicar otra serie de medidas o incentivos?. Porque, bajo mi modesta opinión, si se rebajan las cotizaciones de las empleadas del hogar, ¿cómo podría afectar esto a su futura pensión de jubilación?
Respecto a los incentivos fiscales, ¿no se recaudaría más si las reformas se hicieran, por ejemplo, vía impuestos a las grandes empresas, que son las que obtienen un mayor beneficio? Como por ejemplo, disminuir las desgravaciones del Impuesto de Sociedades o subir el tipo de éste.
¿Estáis de acuerdo?