Las externalidades son aquellas actividades que resultan como consecuencia de la producción o el consumo de un bien o servicio producido por una empresa determinada sin tener una contraprestación existente.
Éstas pueden darse desde varias perspectivas, y aun que principalmente cuando hablamos de este tipo de actividades les asignamos el carácter negativo, también pueden darse las positivas o incluso las mixtas, en las que ambos agentes económicos pueden afectarse mutuamente de manera positiva o negativa.
Principalmente y en la mayoría de las ocasiones, es la sociedad la que recibe esta respuesta por parte de las empresas.
Se dice que el estado sirve para regular el mercado, y es que contando con que hay tres agentes económicos principales -empresas, economías domésticas y sector público- generalmente la sociedad, que en este caso serían las economías domésticas, puede verse afectada grata o ingratamente por la producción o el consumo de los productos que generan las empresas. El estado debe encargarse de paliar este tipo de actividades, que en la mayoría de los casos afectan negativamente, con la creación de departamentos obligatorios en las empresas orientados hacia la Responsabilidad Social.
La Responsabilidad Social debe garantizar que la empresa privada colabore con el bienestar económico, social y medioambiental, dando por hecho que cumple estrictamente con la legislativa vigente. La empresa privada en cuestión no solamente debe garantizar este bienestar de manera externa, es decir, en lo que al medioambiente o la sociedad se refieren, sino que además implica que la empresa cuente con un valor ético con el que se comprometa con sus propios trabajadores a unas condiciones laborales justas y adecuadas, entre otras, la equitativa distribución de la renta y riqueza.
A pesar de ser algo meramente indispensable a la hora de realizar cualquier tipo de actividad económica con la que se obtenga un beneficio neto, a día de hoy no existe ningún estándar para la medición de la Responsabilidad Social en las empresas privadas.
En conclusión, las empresas deben evitar realizar conscientemente externalidades negativas y carecer de valor ético y social a la hora de llevar a cabo su actividad. Además, la colaboración de la empresa a la hora de garantizar este tipo de compromisos, se beneficia de la mejora de su situación competitiva, valorativa y su valor añadido.