La reestructuración de la cartera de negocios hace referencia a la modificación o redefinición del campo de actividad de la empresa con el posible abandono (desinversión) de al menos uno de los negocios.
El creciente interés de esta estrategia se debe principalmente a tres razones:
– Prioridad por parte de la dirección de la empresa a la creación de valor para el accionista frente al objetivo de crecimiento
– Mercados turbulentos que hacen más difícil gestionar empresas muy diversificadas
– Tendencias en el pensamiento directivo sobre la necesidad de concentrarse en los negocios centrales para una mejor explotación de los recursos y capacidades
En ocasiones, no es un negocio aislado el que plantea malos resultados sino la empresa en su conjunto como consecuencia de la composición de su cartera de negocios, lo cual obliga a plantear la redefinición de dicha cartera. Los motivos se pueden sintetizar en los siguientes:
– Estrategia de diversificación previa inadecuada: que genera un exceso de diversificación (sobrediversificación). Esta situación puede obligar a la empresa a desprenderse de algunos de sus negocios buscando una mayor coherencia y encaje de la cartera en torno a sus negocios centrales básicos
– La aparición de importantes competidores en los negocios centrales: que hacen que aumente la competencia y que amenazan su posición competitiva en ellos
– Problemas de agencia: prevalencia de los objetivos de crecimiento empresarial de los directivos sobre los de creación de valor de los accionistas
– La proliferación de las formas de cooperación: ha permitido que muchas empresas se planteen procesos de desintegración
– Financiar nuevas adquisiciones: aún con resultados positivos, la empresa se podría plantear su abandono porque existan mejores alternativas disponibles para crear valor. Esta es precisamente la lógica de las matrices de cartera
La empresa se plantea la cuestión de cómo deshacerse de determinados negocios para reestructurar su cartera. Las estrategias para el abandono de un negocio de la cartera pueden ser de tres tipos:
– Venta: la más atractiva porque le puede permitir recuperar mejor la inversión. Se podría realizar a un conjunto de inversores independientes, a otra empresa o a los directivos/profesionales del negocio que se trata de vender. En el primer caso la fórmula puede ser una Oferta Pública de Venta de acciones y requiere una rentabilidad aceptable del negocio. La venta del negocio a otra empresa es interesante si es posible encontrar una empresa para la que el negocio en venta encaje. La venta del negocio a los directivos o a un grupo de profesionales de la empresa se pude articular a través de una compra apalancada (management buy-out) o una segregación mediante un spin-off
– Cosecha: supone intentar maximizar los flujos financieros a corto plazo mediante el cese de las inversiones en dicho negocio y la explotación de las oportunidades de rentabilidad todavía existentes. Al cabo de un tiempo, el negocio será abandonado mediante su liquidación. Puede acelerar el declive.
– Liquidación: la menos atractiva. Supone la venta de los activos que puedan tener valor en el mercado y el cese de las actividades propias del negocio. Se trataría de obtener el mayor volumen de recursos de este proceso. El problema de esta estrategia puede estar en la resistencia de la dirección a reconocer el fracaso