Me gusta el Bundesbank como a Merkel

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“Ich mag die Bundesbank” digo a mis amigos y compañeros de trabajo que me miran extrañados, como si de golpe estuviese poseído por un demonio. Si, me gusta el Bundesbank, casi tanto como a Merkel, que acaba de anunciar que está muy de acuerdo con las tesis del Banco Central Alemán, vamos, que comparte la idea de que la compra de deuda pública por parte del B.C.E. tiene más efectos negativos que positivos, en palabras de su presidente, Jens Weidmann, “crear adicción como una droga.”

bundesbank

Imaginemos un rincón oscuro de una calle de Frankfürt, hacia la media noche, tres personas en círculo y con cara de pocos amigos hablan entre sí muy bajo:

– ¿Has traído lo prometido? Pregunta un señor con barba cana y gafas. – Si y vosotros, ¿habeís traído vuestra parte? .- Responde con claro acento italiano una segunda persona, elegantemente vestida y también con gafas. – Por supuesto. Dice la tercera, también italiano, alto, de pelo cano. – Pero por favor, que no se entere ella.- Suplica el primero. – Tranquilo presidente Rajoy, Merkel desconoce por completo lo que estamos a punto de hacer. – ¡Vamos Draghi!, ¿de verdad crees que ella no conoce todos nuestros movimientos? Otra cosa es que se haga la sueca, aunque sea alemana.- Contesta Monti.

Aunque la situación anteriormente descrita podría formar parte del argumento de una novela policíaca, llevado a los elegantes despachos de nuestros gobiernos europeos, el asunto no difiere mucho de lo que ocurre en realidad. Tenemos por un lado a los gobiernos de España e Italia que desearían que el B.C.E. comprase toda la deuda pública y recibir la tan necesitada financiación, pero al otro lado tenemos a la canciller Merkel y su banco central que opinan que esa operación es como dar más droga a un drogadicto.

¿Por qué una y otra postura? Bien, en el caso español e italiano la compra por parte del Banco Central Europeo de sus bonos de deuda supondría una clara relajación en las tensiones de su mercado de deuda, lo cual se vería inmediatamente en los precios que deberían pagar en tipos de interés para su colocación y, en la percepción de su prima de riesgo que bajaría también.

La argumentación alemana tiene dos caras. Una, la defensa de una ortodoxia económica que pregona las ventajas de no convertir a un banco central en depositario de última instancia de la mala praxis de los gobiernos. Si el B.C.E. se dedica a comprar deuda de países que no han sabido comportarse para sacarles las castañas del fuego, nada impide que en el futuro, esos mismos países u otros, actúen otra vez de forma irresponsable y vuelva a darse el mismo problema. El otro lado de la moneda, es que gracias a la inestabilidad de los mercados de deuda español e italiana, el bono alemán se está convirtiendo, como casi siempre en situaciones de crisis, en un refugio seguro para los inversores, tanto es así que su demanda es tan alta que incluso está permitiendo financiarse a Alemania a tasas negativas.

Quizás el Bundesbank sea un defensor a ultranza de la ortodoxia económica, que lo ha sido, pero también nos hace dudar de si ese papel que ahora tanto defiende, no es una forma de ocultar lo bien que le van las cosas a Alemania en referencia a su deuda. Sin embargo, ambas posturas son perfectamente compatibles y caen dentro del papel que el Banco Central Alemán tiene asignado. El guardián de la política monetaria alemana antes de la entrada del B.C.E. ha sido siempre un halcón, es decir, un claro defensor del monetarismo más ortodoxo y con una clara misión centrada en el control de la inflación. De hecho, esa filosofía forma parte de la misma esencia del Banco Central Europeo, que ha heredado en sus estructuras y funcionamiento, mucho de la esencia del Bundesbank, Alemania no hubiese permitido que hubiese sido de otra forma. Además, la normativa del B.C.E. prohibe la compra de deuda pública directamente por el banco central, el artículo 123 (antiguo artículo 101 del TCE) del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea dice textualmente:

  1. Queda prohibida la autorización de descubiertos o la concesión de cualquier otro tipo de créditos por el Banco Central Europeo y por los bancos centrales de los Estados miembros, denominados en lo sucesivo «bancos centrales nacionales», en favor de instituciones, órganos u organismos de la Unión, Gobiernos centrales, autoridades regionales o locales u otras autoridades públicas, organismos de Derecho público o empresas públicas de los Estados miembros, así como la adquisición directa a los mismos de instrumentos de deuda por el Banco Central Europeo o los bancos centrales nacionales.

Se redactó así para mantener la independencia de los bancos centrales y que éstos, pudiesen llevar a cabo su misión de control de la inflación y estabilidad de los precios, sin interferencias de los gobiernos. ¿Por qué? Pues porque si llegado un momento, un Estado necesitase de financiación, ésta podría salirle gratuita solo con acudir a la máquina de imprimir billetes del banco central. Ahora bien, las consecuencias para la economía de dicha situación serían nefastas. Además, se intenta evitar lo que se llama un riesgo moral, es decir, que para solucionar un problema se aplique una solución que hace que los que causaron el mencionado problema no escarmienten y por tanto, no tengan reparo ninguno en volver actuar de la misma forma.

Archivado en Banca, BCE, Bonos del Estado, Deuda Pública, Mercados financieros, Unión Europea
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Comentarios (14)

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  • Marco Antonio dice:

    Y que tal una medida intermedia, se presta una parte de lo que se pide, a un interés bajo, se controla por el BCE donde va ese dinero y que el país que lo recibe, homologue que se utiliza en eso, se presta, se relaja la deuda y el país sigue financiándose en los mercados.

  • Porque una vez que abres el saco, es muy difícil cerrarlo, siempre encontrarán formas de volver necesitar de él. Además, aunque los bancos centrales tengan una filosofía de “independencia” de los gobiernos, esa línea es muy fina, ya que tanto la elección del gobernador como de los demás miembros del comité, están muy inflenciados por el poder político.

    Por ende, a los gobiernos no les interesa en el fondo, reducir su gasto público, porque supone una forma de seguir realizando políticas que les beneficien de cara a las urnas. Lo que les molesta es que tienen que pagar lo que deben y como todos, buscan hacerlo de la forma más barata. Pero al final, tienen que acabar por hacerlo, y esa es una ecuación sencilla, para pagar tus deudas, o bien gastas menos y dedicas parte de tus ingresos a ello, o de alguna forma subes lo que ganas, es decir, incrementas los impuestos.

    Nos hallamos ante un mecanismo viciado y vicioso que puede tener consecuencias nefastas.

    Muchas gracias por su aportación Marco Antonio. Siga sonriendo! 😉

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