Hubo un tiempo en el que éramos felices, aunque no ganábamos mucho dinero, siempre dábamos por hecho que mañana ganaríamos más, el banco también confiaba en ello y nos prestaba dinero para comprarnos una bonita casa, incluso una segunda residencia, pues aunque nos fueran mal las cosas y no pudiéramos pagar el préstamo, la casa valdría mucho más dinero y el banco no saldría perjudicado, por ello junto con el importe de la casa, sumaban a la hipoteca dinero para comprarnos un coche e irnos de vacaciones. Pero… esto se acabó, llego la tan odiada crisis por todos, y parece que ha venido para quedarse.
Lo que comenzó en una crisis financiera, de credibilidad de los bancos, se extendió a la economía real con el estrangulamiento del crédito y esto llevó a problemas con la deuda soberana. Ya no se fían de España como emisor de deuda pública y muestra de ello fue la pérdida de la triple A en enero de 2010, desde ese momento, todo ha sido cuesta arriba.
En lugar de intentar atajar el problema cuando más o menos podría tener solución se intentó mirar para otro lado y se utilizaron medidas no eficaces, que no consiguieron llevar al crecimiento de este país. Posteriormente vino la época de los recortes en la que nos hemos visto obligados a vivir, guiados por las palabras de organismos supranacionales liderados por Alemania.
Entre tanto, las agencias de calificación no han hecho más que darnos palos, desde la pérdida de la última triple A que mantenía con la agencia de calificación Moody´s, hasta el día de hoy no han pasado ni tres años, y hemos pasado de presumir de sacar sobresaliente, a rozar el suspenso. Ayer la agencia de calificación Standar & Poor´s ha seguido los pasos de Moody´s y nos ha colocado tan solo un escalón por encima del considerado bono basura, tan solo la agencia de calificación Fitch nos sitúa dos escalones por encima del considerado grado de especulación.
¿La razón de ello? Las malas perspectivas de crecimiento del país y el problema endémico en la banca que no logra solucionarse, los mercados no se creen ni las previsiones del gobierno, ni las necesidades de capital estipuladas con los test realizados por Oliver Wyman. El FMI le da la razón al mercado desmontando los Presupuestos del Estado, con previsiones de caídas del PIB del 1,3% y un paro del 25%.
Parece que solo nos queda que nos rescaten totalmente, aunque esa no será la solución al problema, al contrario, lo agravará, pero parece que es la solución a la que se llegará.
Seguimos sin generar confianza tanto a nivel político como a nivel económico. Si uno observa despacio los presupuestos, puede ver que la reducción del gasto no es tal, que las expectativas de crecimiento demasiado optimistas. Si sumamos que no hay una política de comunicación clara por parte del Gobierno, porque el manido rescate parece más una entelequia divina que algo real. ¿De qué nos extraña que nos rebajen el rating? Lo extraño es que haya aguantado tanto tiempo a esos niveles.
De todas formas la mejor manera de no preocuparse por el rating de deuda es dejar de emitir deuda y para ello, gastar menos y recortar los gastos establecidos. ¿Difícil? Sin duda. Lo malo es que estamos sin valientes que quieran llevarlo a cabo.
Un fuerte abrazo David.