¡Aquí está! Continuo con la exposición de la visión y concepción de la empresa como un juego de niños inciada anteriormente. Después de comentar el miedo al error y la fantasía, toca empezar por aquí:
Un Cuento. ¡Qué cosa tan sencilla! Nuestros pequeños leen cuentos, se ilusionan con ellos, los mimetizan con su fantasía y los viven de forma intensa. Un cuento, para un niño es un recuerdo, un momento con sus padres en cama antes de dormir, con el abuelo en el parque, con la abuela antes de la siesta…. ¿Verdad que todos ustedes recuerdan varios cuentos? Y, ¿no es cierto que los asocian con uno o varios momentos de sus vidas, sea hace diez o cuarenta años? Pensemos ahora en la empresa… ¿cuántos mensajes de tipo comercial, directos y racionales de empresas recuerdan? ¿Y en qué momento o año/mes los recibió? Es más, ¿los asocian a una marca, empresa o experiencia clara? Seguramente, salvo aquellos que han quedado grabados en nuestro conocimiento por repetición, su número será menor que los cuentos que recuerda de la infancia. ¡Qué fácil sería transmitir con un cuento, con una vivencia, con una experiencia, y no con mensajes rebuscados y psicoanalizados hasta el extremo!
Preparados-Ya-Listos. No es una errata, el orden es el correcto en la estructura de un niño en crecimiento. La impaciencia. La impaciencia conlleva curiosidad, vitalidad, ganas de hacer, y sobre todo, fantasía y ausencia de miedo. Imaginen o hagan la siguiente experiencia: acuerden con el pequeño que hoy, sábado, vamos a ayudar a mamá a cocinar, y que los hombretones de la casa se ponen manos a la masa. Una paella es fácilmente reconocible por un niño de corta edad. Les puedo asegurar, que el primer ingrediente que el pequeño pondrá en la tartera será el arroz. Y papá, le dirá que todo tiene un orden, un tiempo (timing para los tecnócratas), en respuesta a lo cual oiremos las preguntas de por qué, de cómo y el resultado, la paella que le regalamos a mamá. En ese orden. ¿Otro ejemplo? Intenten organizar una carrera con cinco o seis maravillosas fierecillas, y el reto está en conseguir que esperen al orden al que estamos habituados…preparados-listos-ya!. No gasten mucho tiempo en el imposible, y más si tienen cosas mejores que hacer, como la paella de mamá, leerle un cuento a su hijo o fomentar y construir su fantasía vital sin miedos, háganlo, será más productivo e infinitamente más gratificante. Pero los mayores, y los vinculados a las empresas, nos empeñamos, de nuevo, y esforzamos (malversamos) en hacerlo todo según las reglas de la planificación, del análisis de consecuencias y mil cuestiones más sobre la optimalidad comparativa. ¿Un error? Quizás sí, quizás no, pero porque responde más al parámetro de miedo a equivocarse que al de la fantasía. Desde el punto de vista estrictamente empresarial no debe ser un error, pero sí puede ser optar por un camino que tendrá que ser revisado, consensuado y rehecho de inmediato, o el producto/proyecto quedará en un fracaso más. Piensen en Dell… ahí lo dejo.
Juguemos. ¿Qué es lo que más le divierte a su pequeño? Con certeza, jugar; jugar con los amigos, padres, familiares…. Jugar. Porque la vida en sí, para un niño es un juego. Un juego atemporal, en el que se confunden las vacaciones de verano con los viernes, el cumpleaños del hermanito dentro de un mes con la fiesta del cole de los miércoles. Un niño vive por y para jugar, y es su modo de crecer, de hacer crecer sus fantasías, de cometer errores sin miedo y de ser impulsivo y creativo. Delicioso, sin duda. Y en las empresas ¿qué hacemos? ¿Vamos a nuestro puesto de trabajo diario solamente esperando el cheque de fin de mes? Si le ponen en la disyuntiva sobre qué considera un buen trabajo, interesante, sería la respuesta mayoritaria. ¿Alguien dijo divertido? No concebimos la vida laboral como divertida, es más, el concepto está más cercano al tedio y sufrimiento. Pero, si cambiamos de nuevo la visión, y tratamos de construir un puesto de trabajo divertido, un equipo divertido, un proyecto ilusionante y retador, con gran carga de diversión, les aseguro que la perspectiva cambia radicalmente, y serán mucho más productivos, y el retorno a casa al anochecer será infinitamente más satisfactorio para su núcleo familiar. Demasiado a menudo olvidamos divertirnos, demasiado a menudo.
Dibujar. ¿Cuál es la forma más directa de comunicación con los pequeños de la casa? Para explicarle un concepto, ¿hacen una redacción estructurada, o un dibujo? Claramente, un dibujo. Con todas las salvedades y limitaciones, un dibujo es una representación con una enorme carga asociativa, una acción que determina cómo un retoño ve las cosas y su entorno. Y lo mejor, es que proviene y permanece en la parte límbica, pasando al neocórtex sin reglas ni compromisos gramaticales. Por eso, los dibujos son tan importantes para los niños, que como ya vemos, piensan y actúan de una forma mucho más lógica que los mayores (no me malinterpreten, no se trata de ir todos en carrito y con chupete al trabajo). Lo único que les falta es, adquirir conocimiento y experiencia. Después retomo a este asunto brevemente. Según para qué labor, un dibujo puede ser una forma de expresión válida, al menos, tanto como un prolijo texto. No se lo tomen al pie de la letra, porque no veo como explicar con un dibujo cómo hacer una derivada o una operación quirúrgica. Pero es bien cierto, que en ocasiones un dibujo es el medio de comunicación más directo, más emotivo, y se puede interpretar desde la fantasía, sin miedo a equivocarse y es divertido. Puede ser un juego.
Y se preguntarán, todo esto, ¿a qué viene? ¿Me he vuelto loco? Yo creo que no, pero todo es posible, eso lo juzgan ustedes, estimadísimos y fieles lectores. Pues el resultado de todo esto es que podemos inventar un nuevo estadio o fase en el proceso constructivo, en el proceso de desarrollo de un proyecto, incluso si es personal. Este nuevo proceso se llama la Incubadora*. Tras el análisis de inmersión en el problema, y antes de diseñarlo, ejecutarlo y controlarlo, deberíamos intercalar un proceso de incubación. En este proceso, las ideas, sus asociaciones, los mensajes, los significados, las intenciones y las reacciones deberían regirse por la anarquía más absoluta, incluso disparatada en ocasiones, liberada de toda red neuronal anterior, una poda neuronal en condiciones. Lateralidad de pensamiento, como el de los niños. Ello producirá nuevas visiones, nuevas asociaciones, nuevas ideas, en una palabra, construcción y avance. El ejemplo es lo más parecido a la paradoja del ángel bibliotecario, pero con aplicación a la resolución de problemas y conflictos en el ámbito empresarial. El pensamiento lateral nos libera de ataduras, es casi antagónico al vertical al que estamos acostumbrados, nos permite crecer y desarrollar cuestiones nuevas. Y retomando el tema que he dejado en el tintero, no estoy haciendo referencia a deshacer nuestro conocimiento, a retroceder a un estado más ignorante, sino a la pureza de las decisiones y su sentido y orientación. No hay que ser Eurípides para poder razonar, tampoco ser analfabeto ni residir en un mundo aislado. La experiencia y lo cognitivo son fundamentales para el desarrollo personal y professional y para el de la propia empresa, pero se trata de liberar el pensamiento que subyace, aplicando la memoria filogenética y la estructura cerebral dada que todos poseemos.
Es por tanto, que la empresa bien podría ser, Un Juego de Niños, ¿no os parece?