Entrevista con Manuel Dafonte, autor de “No hay huevos, la locura de ser emprendedor en España”

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Tras haber publicado la reseña sobre su libro “No hay huevos. La locura de ser emprendedor en España”, hemos querido acercarnos a Manuel Dafonte, un empresario que se ha visto abocado a la ruina, el cual generosamente ha accedido a contestarnos una serie de preguntas, a través de las cuales nos cuenta su historia.

Manuel Dafonte Catoira - Capitalibre

Tras la lectura de su publicación No hay huevos. La Locura de ser emprendedor en España, nos quedamos con ganas de más, por lo que el equipo de Capitalibre decidió ponerse en contacto con Manuel Dafonte, para que nos contara su experiencia personal en el mundo de la empresa y el crudo final de la misma. Manuel ha accedido generosamente y en una agradable charla, desarrollada en el Constante Gastrobar, ha contestado a las preguntas planteadas por el equipo de Capitalibre:

¿Te identificas con la palabra emprendedor?

Personalmente me identifico con la palabra emprendesario, la cual hemos acuñado en el seno de ASCEGA, es un concepto que habla de plasmar ideas de negocio en un plano real en la medida de lo posible, intentando buscar la rentabilidad de las mismas. Me gusta conjuntar las dos cosas, tener ideas y, llevando la iniciativa en cada proyecto, intentar llevarlas a cabo. Me gustaría también limpiar un poco la acepción negativa que hoy en día tiene la palabra empresario, la cual se ve en ocasiones desde una óptica asociada a la especulación, a la gran empresa cercana al poder, pero también son empresarios aquellos que se levantan cada mañana para trabajar duramente haciendo de su pequeño negocio un medio de subsistencia.

¿Qué consideras qué es un emprendedor? ¿Qué cualidades debe tener? ¿Vale cualquiera?

A la pregunta, vale cualquiera, mi respuesta es un rotundo no, pues estoy convencido de que para ser emprendedor, o emprendesario hay que ser de una forma especial, se requieren unas cualidades especiales desde el punto de vista psicológico, una actitud pasional y acabar barnizándolo todo con un enorme grado de sensatez. No todo el mundo está dispuesto a asumir los esfuerzos que la tarea de crear una empresa necesita, hay gente que no es autosuficiente, que necesita que los demás tomen decisiones por él. El emprendedor debe plantearse la situación de ser responsable de sus actos.

Yo no digo que todo el que tenga actitud tenga éxito, pero esa actitud es la manera de buscar las soluciones y de resolver los problemas. No menos importante es tener la capacidad de tomar decisiones y ser consecuente con los resultados.

¿Qué opinión te merece la obsesiva campaña de la clase política, para que nos convirtamos en emprendedores?

Al político le interesa poner un emprendedor en su vida. Lo peor que te pueden hacer en este momento es aprovecharse de tu desconocimiento para empujarte a la hoguera. Mucha gente no puede ser emprendedor, o por no tener madura la idea, o por falta de actitud o, simplemente, por no contar con los recursos necesarios. No hacen falta leyes de emprendedores, es necesario quitar leyes, facilitar a la gente el hecho económico, tomar ejemplo de otros países en los que el estado prácticamente no interviene, donde te dejan hacer. Es un símil parecido a cuando circulamos en la ciudad con nuestro coche y el tráfico fluye perfectamente hasta que aparece un guardia.

¿Cómo es Manuel Dafonte?

Manuel Dafonte

Hace unos años me consideraba un caminante insatisfecho y, hoy en día, en el fondo, me sigue llevando la curiosidad, el qué podré hacer o descubrir. Soy una persona que busca siempre el mirar hacia delante pero tengo una filosofía de vida en donde prima disfrutar el momento, el carpe diem es algo que trabajo mucho. En lugar de dedicarme a acumular patrimonio cuando mi economía era saneada, decidí utilizar el dinero para incrementar mis vivencias, mi conocimiento, en definitiva, algo que nadie me ha podido quitar. Intento ser coherente, con todo o sin nada. Busco ser feliz y la mejor forma de lograrlo es decir lo que pienso y hacer lo que digo.

¿Por qué decidiste trabajar por tu cuenta, como autónomo, y posteriormente elevar un escalón hacia la constitución de una empresa, en lugar de vivir bajo el paraguas del trabajo por cuenta ajena?

Es verdad que comencé mi vida profesional con un contrato laboral por cuenta ajena en la financiera ligada al Banco Santander en la que trabajé, pero muy pronto me di cuenta de que al cumplir mis objetivos mis ganancias estaban limitadas y por eso propuse a la empresa convertirme en autónomo, sin duda la razón fue la ambición, ser autónomo me proporcionaba la posibilidad de ganar más dinero y de no tener límites. La empresa, a priori, no contemplaba esa posibilidad, sin embargo, tras una situación de crisis, decidió que esa era la mejor forma de dar continuidad a la mayor parte de los trabajadores de su plantilla, yo lo estaba deseando y para otros fue un calvario.

Mientras trabajaba y estudiaba el MBA, me planteé ir un paso más allá en mi vida profesional, ¿por qué en vez de gestionar hipotecas para una sola entidad no podría hacerlo para muchas de ellas? De ahí surge Duck Fin, Asesores en Financiación, la idea que acabaría siendo el proyecto tesina de ese master. Al final, gracias a mi socio, que conocí precisamente en ese MBA, fue posible convertir ese proyecto en un negocio que duraría más de 15 años.

¿Por qué te pareció atractivo el negocio de la intermediación financiera?

Me gustaba el sector hipotecario, lo veía como una oportunidad de negocio muy interesante con un gran recorrido. Hablamos del año 1993, estaba todo por hacer en España. Además creía que el hecho de aportar la mejor solución para que una familia se embarcara en la mayor inversión de sus vidas con seguridad aportaba mucho valor. Pese a ello, al principio, nadie creía en el proyecto, pero nosotros estábamos convencidos y queríamos arriesgarnos, por eso nos decidimos a llevarlo a cabo. Fue el único proyecto de todos los que se presentaron en el MBA que llegó a convertirse en una empresa real.

¿Cuándo la burbuja se estaba calentando, y Duck Fin estaba en plena expansión, alguna vez pensaste que habría un fin?

El punto más alto de nuestro negocio fue el intervalo de los años 2005 y 2006. Éramos conscientes de que estábamos navegando en lo más alto de la burbuja inmobiliaria española y nuestra empresa contaba con un gran número de oficinas y colaboradores, incluso habíamos llegado un acuerdo con ING Nationale Nederlanden a nivel nacional para poder distribuir nuestros servicios en sus oficinas. Pese a esta sensación de estar en un gran momento nos dimos cuenta de que nuestro modelo no podría seguir funcionando tal y como lo había hecho hasta ese momento y, buscando lucidez, decidí dedicar todo el mes de julio del año 2006 a realizar un programa intensivo de alta dirección en el Instituto de Empresa en Madrid. Al finalizar ese programa directivo decidimos reconvertir el negocio y orientarlo a la refinanciación o reestructuración del pasivo familiar quitando peso a la gestión de hipotecas para compra de vivienda. Entendíamos que, en los próximos años, las familias iban a necesitar que alguien les ayudase a mejorar las condiciones de los préstamos que habían contratado y nos especializamos en eso.

Teníamos claro que la burbuja inmobiliaria española estaba a punto de estallar, lo que nunca nos imaginamos es que mucho antes estallaría una burbuja financiera de dimensiones inconmensurables y que, al hacerlo, el dinero iba a dejar de fluir (hasta hoy) y, por tanto, nuestro modelo de negocio desaparecería.

Crisis Hipotecaria

¿Cuál fue la gota que colmó el vaso? ¿Hubo alguna noticia, algún momento, algún hecho, que te hiciera pensar, “esto se ha acabado”?

9 de agosto de 2007. El Banco Central Europeo inyecta la primera cantidad de dinero al sistema. Se había acabado la harina para hacer el pan. Empiezas a soltar lastre y a cerrar puntos de venta, con las consiguientes indemnizaciones, que fueron, por cierto, muy elevadas, ya que en aquel momento plantear a la autoridad laboral que te aceptase un ERE en una empresa como la nuestra era una entelequia. En definitiva, intentas seguir a flote cuando, realmente, estás abocado al cierre y, en consecuencia, a la quiebra.

¿Qué alternativas tiene un empresario arruinado?

En lo que respecta a mí como empresario arruinado nunca me canso de repetir que en este país no hay segundas oportunidades y que, por supuesto, no le deseo a nadie que pase por esta experiencia por mucho que yo haya aprendido de ella. Pero como no te queda otra opción que seguir adelante, la alternativa siempre pasa por colaborar con otros profesionales, por compartir tus conocimientos y por reinventarte.

De hecho, mi actividad actual tiene mucho que ver con formar y asesorar a nuevos emprendedores que quieren convertirse en empresarios para, en la medida de lo posible, evitar que cometan los mismos errores que yo cometí y conseguir que su proyecto sobreviva en los difíciles tiempos que corren.
Yo, personalmente, sólo puedo estar satisfecho respecto a la quiebra de mi empresa en un detalle, que esa quiebra fuese en 2008, sobre todo por las muchas personas que trabajaban conmigo y que han podido emprender nuevos proyectos y cobrar del FOGASA sus indemnizaciones, si fuese hoy en día, todavía estarían esperando su dinero y estarían abocados a un más que probable desempleo.

No quiero olvidarme de recomendar la importancia de estar en contacto con otros empresarios que hayan tenido o estén teniendo experiencias similares a la tuya, especialmente a través de asociaciones empresariales que, cada vez más, se preocupan por dar reconocimiento social a quienes lo hemos intentado y no nos ha ido bien, es el caso de la Asociación de Emprendedores de Galicia en la que yo participo como miembro de su junta directiva.

¿Cómo afecta a nivel personal y familiar el desmoronamiento de un negocio?

A nivel emocional, como individuo, un desastre como el que yo viví te afectará en la medida en que tu personalidad sea más o menos resiliente. Yo he visto a empresarios muy curtidos desmoronarse y caer en profundas depresiones, incluso optar por el suicidio. Desde el punto de vista familiar las cosas son más complicadas, un cambio tan radical en la situación económica es muy difícil de asumir por tu entorno cercano. Pueden aflorar problemas que estaban ocultos y, ya se sabe, cuando falta la estabilidad económica, muchas cosas dejan de funcionar. Personalmente, para mí ha sido siempre más determinante mi estabilidad emocional, ya que estoy convencido de que primero debes estar bien contigo mismo para poder luchar por mejorar tu entorno.

¿Qué opina de las propuestas europeas de legislar una segunda oportunidad para el empresario?

Me encantaría que si el empresario no ha cometido un delito y, por tanto, sus actos como administrador o responsable de su negocio quedan fuera del ámbito penal, sólo se le aplicara en sentido estricto el artículo 1.911 de nuestro Código Civil eliminando de éste la palabra “futuros” (con las modificaciones legislativas que implique ese cambio en el Código Civil a otras normas relacionadas). Me arriesgo, lo pierdo todo, me dejan empezar de nuevo. Con esto sería suficiente. Actualmente me arriesgo, lo pierdo todo y cada nuevo patrimonio o rendimiento que obtengo sirve para pagar deudas pasadas lo que, sinceramente, me estimula muy poco o casi nada para volver a emprender. Y todos sabemos que el emprendedor sigue la misma filosofía que el jugador de casino: si arriesgamos es con el objetivo de ganar (aunque perdamos), si ya sabemos que eso es imposible per se, ni siquiera nos acercaremos a la ruleta.

Archivado en Autónomos, Crisis, Emprendedores, Empresario, España, Evolución económica, Manuel Dafonte
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