Aunque se presume de que ya se crea empleo neto, y lo cierto es que las cifras de desempleo comienzan a darnos resultados positivos, el problema del paro en España va para largo. La mayoría de las contrataciones que se están haciendo son de empleos temporales, precarios y que no aseguran la estabilidad laboral tan ansiada para poder relanzar a la economía. De hecho, según las últimas estadísticas publicadas, los parados de larga duración han aumentado hasta 10 veces desde la crisis.
Si echamos un vistazo a grandes rasgos a lo que ocurre en los números del panorama laboral, tenemos que en el año en el que estamos, en 2014, los que están inscritos en las listas del desempleo desde hace dos años o más son en total 2,4 millones de personas. Eso supone que se han multiplicado por hasta diez veces al comparar esa cifra con la que teníamos del mismo colectivo en 2008. Por aquel entonces sumaban en ese perfil 243.000 personas.
El problema no es como muchos quieren interpretar que los parados no quieran trabajar. No creo que se pueda explicar socialmente un aumento de hasta 10 veces un colectivo por un cambio social. Los cambios sociales no se producen tan rápidamente, y menos aún pueden tener consistencia cuando nuestra cifra total de paro es la más alta de Europa. Precisamente la contradicción con la creación de empleo y que la cifra de este colectivo siga siendo tan alta se explica al echar un vistazo al tipo de empleo que hasta ahora se creaba: formación, contratos de proyecto y contratos temporales por pocos meses que además no son capaces de cubrir la demanda.
También hay que tener en cuenta que los servicios públicos de empleo apenas logran colocar al un mínimo porcentaje de parados, con lo que si la mayoría de los de larga duración han ya perdido la esperanza y abandonan las otras vías que no sean la pública para buscar trabajo, apenas tienen posibilidades y de ahí que su cifra no pare de aumentar.
Imagen: No man´s land