Uno de los principales problemas que aparece delante de un emprendedor a la hora de abrir su nuevo negocio, es el de afrontar todos los pagos iniciales que supone materializar aquella maravillosa idea que le vino a su cabeza. Más allá de los famosos family friends and fouls –personas cercanas que prestan el dinero–, los Business Angels o el crowfunding, para muchos emprendedores comenzar un nuevo negocio es tarea harta complicada. Por este motivo, los créditos rápidos o microcréditos se han convertido en una de las opciones mejor valoradas, ya que suponen una forma sencilla y rápida de conseguir financiación.
Al existir tantos tipos de microcréditos, es importante –como con toda figura financiera– investigar sobra esta materia y decidir cual crédito es el mejor para el negocio que se quiere montar o impulsar. La realidad es que existen muchos comparadores de productos financieros en Internet, como por ejemplo Credy 24, por lo que es importante elegir uno que sea sencillo y fácil de utilizar. Con la proliferación de portales web dedicados a los microcréditos urgentes, tener a mano una de estas herramientas es indispensable para encontrar la mejor oferta de financiación o la que mejor se adapte a nuestras necesidades.
El microcrédito, una de las formas más populares de financiación para los emprendedores
Pero mejor empecemos por el principio. ¿Qué es un microcrédito? El microcrédito es una figura creada allá por los años 60-70, originaria de los países en vías de desarrollo. Según el diario Expansión, los microcréditos son pequeños préstamos que se conceden a las personas con un reducido nivel de recursos económicos, es decir, a aquellas que carecen de las garantías suficientes para acceder al sistema bancario tradicional, pero que tienen capacidad emprendedora, por lo que también se les denomina “pobres emprendedores”. Los recursos económicos así obtenidos por los beneficiarios han de destinarse a la puesta en marcha de pequeñas empresas, generándose, por tanto, autoempleo.
Al contrario que un crédito bancario ordinario, los microcréditos disponen de un periodo de carencia, además de que para su concesión no se suele pedir avales o garantías, por lo que facilita mucho al emprendedor a la hora de transformar su negocio en realidad. Si bien no hay que llevarse a engaño, un microcrédito no deja de ser un crédito, por lo que al igual que estos últimos, el microcrédito también hay que reembolsarlo, y todo ello con su tipo de interés y exigencias pactadas en su momento.
Por este motivo, los microcréditos son cada vez más populares entre la sociedad, por lo que cada vez son más los emprendedores que toman esta forma de financiación para abrir sus negocios. Es fácil adquirirlos, no es necesario un aval y en general sus condiciones de devolución no son muy exigentes si conseguimos sacar nuestro negocio adelante. Ahora bien, los expertos advierten, no cualquier presunto “emprendedor” que vaya con una idea a su entidad va a recibir uno de estos créditos, ya que por norma general al no haber aval, la clave para recibirlos es presentar un proyecto de empresa creíble y sobre todo solvente.