La financiación de una vivienda es uno de los productos financieros más solicitados, ya que se trata de un bien sumamente costoso. Entre los préstamos hipotecarios, los de plazos más largos son bastante populares debido a sus bajas cuotas mensuales. Sin embargo, no todo es tan fácil.
La hipoteca que te conviene
Elegir un préstamo de este tipo es una de las decisiones financieras con más peso en la vida de una persona porque tiene un largo plazo. La cantidad de dinero a devolver es muy alta, y con unas condiciones que podrían perjudicar al beneficiario en caso de no asesorarse a tiempo. Es recomendable (por no decir casi obligatorio) asesorarte con un profesional antes de decidir. Hay varias variables en las hipotecas que considerar, como el tipo de intereses, el plazo de devolución, el porcentaje de financiación y tu propia situación financiera actual y proyección a futuro.
Para empezar, las hipotecas fijas tienen un tipo de interés que se mantiene a lo largo del tiempo, por lo que tu cuota mensual será la misma. Mientras, con las variables podría aumentar o disminuir tu cuota, dependiendo del mercado. El plazo de devolución debería ser acertado según las circunstancias del solicitante. Para ello, deberá hacer una proyección y considerar que la cuota será menos si se extiende, pero el dinero a devolver va a crecer por los intereses.
También habrá condiciones complicadas de entender, y que el asesor te ayuda a aclararlas. Además de los gastos asociados a la compra del inmueble, habrá que pagar comisiones por el préstamo hipotecario. El asesor tiene la tarea de buscar la hipoteca con las condiciones que se adapten mejor a su cliente.
Un caso especial, las hipotecas a 40 años
Lo regular es que la hipoteca tenga un período de amortización de 20 a 30 años, con una cobertura de hasta el 80%. Sin embargo, algunas entidades financieras extienden este plazo hasta los 40 años, bajo unas condiciones específicas. En general, son que el endeudamiento no supere el 35% por de los ingresos y no haber figurado en las listas de morosos. Su objetivo es darles la oportunidad a las personas más jóvenes de adquirir el préstamo hipotecario, siempre que tengan un perfil financiero solvente debido a que el plazo de devolución es muy largo. Las condiciones económicas y la estabilidad laboral contribuyen en gran medida a obtenerla.
Las hipotecas a 40 años tienen el límite de edad al terminar de pagar de 75 años. En otras palabras, las personas firmantes deberán ser menores de 75 años al momento de terminar la amortización, como parte de la garantía de que el préstamo será solventado. La idea está basada en que los jóvenes tienen varios años antes de jubilarse, con la posibilidad de mejorar su situación económica hasta su llegada.
Una opción viable
El mayor beneficio de contratar una hipoteca a 40 años es pagar aproximadamente la mitad de la cuota de una de 20 años, aunque también es cierto que se pagará el doble en intereses. Lo positivo de este trato es que el ahorro de los gastos durante los primeros años promueve la estabilidad económica familiar.
Los intereses de esta opción son variables o mixtos, algo típico de las hipotecas con un tiempo de amortización largo. Por ello, el solicitante necesita estudiar las posibles fluctuaciones que podría tener el mercado en un período tan largo, y determinar si podría asumir la cuota en caso de que suba.
Incluso si la variación de los intereses no es favorable, debería seguir siendo relativamente sencillo asumir el gasto porque las cuotas son bajas de por sí. En cualquier caso, lo mejor es contar con asesoramiento profesional y discutir los escenarios.