En el próximo Consejo de Ministros, el presidente Rajoy comunicará que mantendrá la ayuda de 400 euros a todos aquellos parados que hayan agotado su prestación por desempleo. ¿Se trata de una decisión propia del Jefe de Gobierno y sus consejeros?, o bien, ¿se han visto presionados y asustados por las posibles consecuencias de llevar a cabo una decisión tan polémica? Yo me decanto más bien por lo segundo.
El Gobierno se ha asustado ante las consecuencias sociales que la aprobación de la supresión de la ayuda podría haber causado, es cierto que en la comparecencia de prensa argumentarán mil y una excusa sobre su buena conciencia social, pero no nos dejemos engañar, el desgaste político que está sufriendo el Partido Popular en el poder les asusta, y mucho. Tanto, que prefieren sufrir las iras de un mercado que no entiende sus constantes idas y venidas, que enfrentarse a la próxima encuesta del C.I.S y comprobar como su popularidad se despeña montaña abajo.
Me perdonarán todas aquellas personas que se benefician de esos 400 euros para sobrevivir, pero la solución a sus problemas no está en seguir manteniendo esa limosna, sino en ofrecerles un puesto de trabajo. La mejor forma de acabar con la sangría presupuestaria que supone nuestro paro, no es aumentar o mantener las prestaciones por desempleo, sino crear las condiciones necesarias para fomentar la contratación, es decir, permitir a las empresas demandar empleo. Y ni la reforma laboral aprobada relativamente hace poco tiempo lo permite, ni el Gobierno está dispuesto a asumir flexibilizar y dotar de mayor agilidad a nuestro mercado laboral.
Mantener la ayuda supondrá que nuestro ejecutivo deberá buscar 600 millones de euros para hacerle frente, unos 450 millones para que aguante hasta diciembre y unos 150 millones para que la medida llegue a febrero. Una valiente patada hacia adelante al balón, pero, ¿y luego qué? Dios dirá, pero el daño a nuestra credibilidad e imagen estará hecho, una vez más.
Los mercados están hartos de los dimes y diretes, los pasos hacia adelante y hacia atrás que nuestro Gobierno, cual bailarín, no deja de lanzar. Lo estamos comprobando con el rescate, con la ayuda a las autonomías, la creación del banco malo, la aplicación de la subida del IVA, la solución a nuestro problema de déficit de tarifa, etc. Una lista que no para de crecer día a día. Y los mercados están hartos, si, se están cansando de nuestras idas y venidas, la falta de rigor y profesionalidad, de compromiso y actitud y, cuando son ellos los que deben prestarte dinero para salir adelante, son comportamientos que valoran mucho, como cualquiera de nosotros. ¿O prestarían dinero a una persona llena de dudas, indecisa, patosa y poco comprometida? Pues ellos tampoco lo harán.