Comenzaré este artículo con parte del primer párrafo del prólogo del libro Opciones y Futuros de Renta Variable: Manual Práctico, escrito por Enrique Castellanos Hernan, responsable de formación del Instituto BME, el cual recomiendo su lectura.
Los instrumentos derivados han tenido la misma reputación que los tornos de los dentistas: herramientas eficaces en manos profesionales, pero artefactos de tortura para el común de los mortales
Esta frase sacada del prólogo escrito por Santiago Fernández Valbuena define claramente en tono de humor la concepción de los mercados de derivados.
Una vez visto en el anterior artículo las principales características de los mercados de derivados y las diferencias entre los mercados organizados, y los no organizados (OTC), adentrémonos de lleno en el objetivo de hoy, los mercados de futuros financieros.
Un futuro financiero es un contrato a plazo negociado en un mercado organizado por el que las partes acuerdan la compraventa de un activo financiero (activo subyacente) en una fecha futura (fecha de vencimiento), a un precio convenido de antemano (precio del futuro). El comprador de un contrato de futuro tiene la obligación de comprar el activo subyacente al precio del futuro en la fecha de vencimiento del contrato. Por el contrario el vendedor de un contrato de futuro tiene la obligación de vender el activo subyacente al precio del futuro en la fecha de vencimiento del contrato. Como podéis ver ambos están obligados y para evitar el incumplimiento, al ser un mercado organizado, actuará la cámara de contrapartida.
Uno de los principios en los mercados de futuros es que es un juego de suma cero, es decir, lo que gana uno, lo pierde otro. Siempre que alguien hace una operación, es porque del otro lado hay una persona (incluso una máquina) dispuesta a hacer la operación contraria.
¿Cómo es el horizonte de pérdidas y ganancias de los futuros? Este horizonte se tiene que ver desde dos maneras, pues un contrato tiene dos partes, el vendedor y el comprador. Lo veremos visualmente con unos sencillos gráficos extraídos de la página web del Instituto BME.
– Comprador de un contrato:
El que compra un contrato de futuro en un mercado organizado, está obligado a comprar el activo subyacente al precio acordado, en un momento futuro. Este precio, es el precio al que cotiza el contrato de futuro en el momento presente. Supongamos que el precio de cotización del contrato de futuro en el momento t es 100 €, por lo tanto nos obligamos a comprar el activo a 100 € en el momento t+n (futuro). ¿Qué le interesa a este comprador? Al comprador del futuro le interesa que el precio del activo subyacente se incremente lo máximo posible, pues el tiene garantizado que lo comprará a 100 €. Si en el momento t+n el activo subyacente cotizara a 120 € el comprador del futuro lo adquirirá a 100 €, y tendrá 20 € de ganancia. Por el contrario si el activo subyacente cotizara a 80 €, el comprador del futuro tendrá una pérdida pues no nos olvidemos que está obligado a comprar ese activo subyacente.
– Vendedor de un contrato:
Como comentamos antes, siempre que alguien compra un contrato, es porque alguien está dispuesto a asumir la posición de contrapartida. El vendedor del contrato de futuro tendrá la obligación de vender el activo subyacente al precio de futuro. Retomando el ejemplo anterior, suponiendo que ese contrato de futuro se negocia en el momento t a 100 €, ¿qué le interesa al vendedor del contrato? A este le interesa que el activo subyacente en el momento t+n(futuro) cotice al precio más bajo posible, pues él tiene garantizado que lo va a vender a 100 €. Si el activo subyacente en el momento t+n cotizara a 80 €, él lo venderá por 100 € y obtendrá una ganancia de 20 €. Si por el contrario el activo subyacente cotiza a 120 €, el vendedor del contrato de futuro al estar obligado, lo tendrá que vender a 100 € y tendrá que asumir una pérdida de 20€.
¿Cómo es la operativa en un mercado organizado de futuros? Como ambas partes están obligadas al cumplimiento del contrato, para evitar el riesgo de crédito (que alguno de los dos no cumpla), existe la figura de la cámara de compensación, que asumirá la obligación en caso de incumplimiento de alguna de las dos partes. Ésta establece una serie de procedimientos.
Uno de ellos es la liquidación diaria de pérdidas y ganancias, pues al final de cada sesión de negociación en el mercado de futuros, se procede a cargar o ingresar las pérdidas o ganancias realizadas durante el día. Así si en al día siguiente de negociarse ese contrato de futuro a 100 €, la cotización del futuro cierra a 101 €, el vendedor tendrá que poner 1€ y el comprador recibirá 1 €. De esta manera se asume el beneficio o la pérdida de la posición diariamente. Esto hace reducir el riesgo de crédito.
Para reducir aun más el riesgo, la cámara de contrapartida también exigirá el depósito de una cantidad de dinero como garantías, que es un porcentaje del nominal del contrato que se negocie, o una cuantía fija, dependiendo del mercado en el que estemos negociando.
Una vez realizado el contrato entre las dos partes, cualquiera de las partes puede tomar las siguientes decisiones:
– Esperar al vencimiento del contrato hasta el momento t+n y al vencimiento recibir o entregar el activo subyacente. No siempre se exige al vencimiento la entrega del activo, dependerá del mercado en el que negociemos, en algunos mercados se liquidan por diferencias, y se ingresan o se cargan los beneficios o pérdidas ocurridos.
– O por el contrario cerrar la posición antes del vencimiento, para esto el inversor realizará la operación contraria a la posición que tiene y obtendrá un beneficio o pérdida, en función del precio de cotización de ese contrato de futuro.
En España, el mercado de instrumentos financieros derivados es MEFF y en el podemos encontrar contratos de futuro sobre el índice IBEX35 (en la modalidad normal y mini), futuros las acciones que componen el índice IBEX35, futuros sobre el bono español a 10 años y recientemente han incorporado derivados sobre energía.