Las empresas a la hora de llevar a cabo su actividad productiva deben tener en cuenta el impacto que pueden tener las mismas sobre la población o la demanda a la que se dirigen. Concretamente si se trata de las empresas textiles, las mismas que se dirigen a su demanda con una imagen concreta y definida y cuya referencia es el tipo de prendas con las que comercializan, aumenta el riesgo de impactar negativamente sobre su demanda o simplemente sobre la ciudadanía más cercana a la demanda a la que se dirigen.
Hay múltiples factores que influyen en este impacto que recibe de manera directa la demanda. A la hora de comercializar con cualquier producto, una empresa debe de tener en cuenta los factores psicosociales, el modo de vida de su demanda, el factor geográfico, la edad o el sexo del grupo de personas a las que se dirigen, la historia que lleva tras de sí cada país, la religión o la cultura que práctica el demandante de su producto…
Especialmente las empresas que se dedican a comercializar con textil deben diferenciar a quien se dirigen, puesto que no pueden emplear la misma prenda para dirigirse a un señor con una estatura alta de 60 años y de talla grande que vive en Rabat, que para dirigirse a una niña de 7 años, menuda y residente en París.
Uno de los factores que más pueden implicar que se produzca un impacto negativo sobre la demanda textil, es la historia o la religión del país en el que actúan, puesto que la cultura de cada uno puede llegar a ser considerablemente distinta.
Es importante destacar que es lógico que cada empresa conste de unos valores y una cultura empresarial propia, algo que también está determinado según el país en el que va a desarrollar su actividad productiva. No obstante y a pesar de que cada empresa conste una cultura diferente, debe adaptarse a la de cada país en el que se comercializa con sus productos, debido a que el impacto negativo sobre sus sensibilidades de acuerdo con su cultura, religión o forma de vida puede llegar a influir tan negativamente en la empresa y su comercialización que se vería incluso obligada a retirar del mercado ciertos productos que ya han pasado su cadena de producción e incluso de comercialización, lo que conllevaría una baja en su imagen empresarial, algo verdaderamente indispensable a la hora de comercializar, sobre todo con textil, en los países considerados ricos.
Las últimas noticias recibidas sobre impacto negativo de la industria textil sobre la demanda de ropa han sido la retirada del mercado de una prenda de la tienda Zara, propiedad de la cadena Inditex. La misma introdujo en el mercado una camiseta infantil a rayas azules y blancas y con una estrella que simulaba la de un sheriff, a pesar de las pretensiones de la marca española, en Israel se ha visto herida la sensibilidad de numerosos judíos, aludiendo que la prenda recordaba a los uniformes del Holocausto. No fue sólo esta vez la que los responsables de la empresa tuvieron que disculparse por el malentendido y comprendieron que era pertinente la retirada de la prenda de sus tiendas, ya ocurrió algo similar en el año 2007 cuando un bolso de la misma empresa llevaba bordada la esvástica naci.
Pero no sólo ha sido un altercado con Zara como protagonista, marcas como Mango o la danesa Wood Wood también tuvieron problemas similares a la hora de comercializar con ciertos productos que llegaron a herir la sensibilidad y la cultura de numerosos ciudadanos, demandantes de sus productos en múltiples países del mundo.
Es concluyente la idea de que es fundamental respetar las culturas de cada país y darle la importancia que merece al impacto que puede darse en las sociedades a las que cada empresa se dirige.