La realidad a la hora de buscar empleo, de intentar forjar un futuro (II)

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En el anterior artículo de esta mini serie, hemos podido pulsar una cruda realidad, la del fomento de la economía sumergida y ahogo de las esperanzas de los jóvenes recién titulados, ansiosos de incorporarse al mercado laboral. Hay otra problemática, si se puede decir otra, y es el abuso y total esclavización de los candidatos y futuros empleados que se acogen a cualquier oferta, siendo el diferencial entre lo justo y lo ofrecido, el precio a pagar por incorporarse al mercado laboral.

Mi futuro espera II

Nuevamente amanece un día soleado, y como en días pasados cargado de renovadas esperanzas. Me he prometido que esto no va a poder conmigo, y la primera tentativa ha sido simplemente un pequeño fallo, no mío. Lo primero que debe hacer un buen buscador de empleo es leer su mail, atender y revisar posibles ofertas nuevas que encajen con su perfil, en definitiva, estar informado de lo que ocurre, tanto en el sector objetivo, como en los de influencia y los de no tanta influencia. Toda información es válida y útil, les ayuda a saber qué posición deben ocupar, cuál es la tendencia y tener una visión mucho más 360.

el futuro está allí lejos

Haciendo mi plan para la segunda parte del día recibo una intrigante llamada. En este nuevo momento, mi agenda telefónica se ha vuelto casi irrelevante y debo atender a todas las llamadas, nunca se sabe de dónde puede venir la buena nueva. Y así fue, como una premonición, me llaman de una empresa, muy relacionada con mi industria, una gran empresa, multinacional, y que posee laboratorios. Siempre pensé que las empresas que confían su gestión de reclutamiento a los portales no se tomaban muy en serio esto de los perfiles de candidatos, pero veo que algunas sí deben hacerlo, puesto que una amable señorita con acento extranjero me informa en detalle de la oferta, y en concreto la conversación discurrió en los siguientes términos. Estimado Sr Ilusionado, hemos analizado cuidadosamente su currículo y vemos que es perfecto para el puesto que ofertamos, por lo tanto, quisiéramos concertar con usted una entrevista de trabajo para mañana a las nueve horas. Le comento que las condiciones salariales y de plan de carrera son excepcionales y que en breve usted podrá aspirar a cargos superiores, ¿está de acuerdo? Evidentemente tal caramelo no se puede dejar escapar y acepto de sumo gusto la entrevista.

Como viviendo en un dejavú comienzo con el protocolo de preparación de la entrevista; mis papeles y documentación, mi discurso y mis ilusiones, que por segunda vez no caben en una carpeta. Me tengo que revisar el libro de autoayuda, recomendaciones de expertos, esta vez tiene que ser la buena, el comienzo de un gran futuro en España, y de la mano de una gran empresa de las muchas que hay. Esta vez el hito requiere una vestimenta más formal, la cita ya es en un hotel, esto va mejorando y promete. Mi pensamiento positivo sigue creciendo, y me inunda un sentido de la responsabilidad que no me deja desayunar, puesto que esta gente se ha desplazado para verme y entrevistarme, tras haber estudiado concienzudamente mi currículo. Nada más llegar, debo preguntar por el Sr. Carles Voyaexplotar, y con ceño serio y donaire de importancia me dirijo a recepción, donde amablemente me indican un número de habitación. Me extraña un poco, yo esperaba una sala de reuniones, pero entiendo que soy novato y que el ahorro llega a todos, incluso a los más grandes. Allí me encamino, raudo, con paso firme y seguro.

La carga de la ilusión

La recepción no puede ser más calculada, casi simulando una llamada de teléfono me hace esperar tres minutos, qué digo tres, fuero eternos, la conversación versa sobre las únicas condiciones que ofrece la empresa, de lo que inmediatamente deduzco que hay más candidatos, tengo competencia. Este hecho es algo a lo que debo acostumbrarme, siempre hay y habrá competencia, y debo convivir con ella, y haciendo caso de los expertos, convertirla en irrelevante. Empieza mi turno, es mi momento, voy a por todas, lo voy a conseguir. La conversación es formal, con preguntas cortas y otras no tanto, en las que puedo describir cuestiones personales, mis aspiraciones, mis hábitos, aunque la mayoría se quedan en medias frases interrumpidas por un pasemos a la siguiente pregunta, ya tengo suficiente. Pienso, tengo que extractar, ser más conciso, pero no parco ni tacaño en el verbo. Tras un breve cuestionario perfectamente plasmado en un guión, y sin tomar nota alguna, se suceden las preguntas, algunas de ellas se me antojan irrelevantes, inocuas, incluso impertinentes. ¿Tan importante es saber si estoy o no casado? Pregúnteme si estoy dispuesto a llegar tarde a casa y pelear de sol a sol. ¿Tan importante es saber si tengo hijos? Pregúnteme si tengo obligaciones domésticas, o si estoy dispuesto a llegar tarde a casa y pelear de sol a sol y conciliar menos. ¿Tan importante es saber si mis padres viven? Pregúnteme si tengo obligaciones familiares, o si estoy dispuesto a llegar tarde a casa y pelear de sol a sol y conciliar menos. Algo ya me habían comentado, algunas preguntas son muy mal formuladas, pero debo aguantar el tirón y responder con una pregunta de buen gallego, si lo que quiere oír es que voy a pelear de sol a sol y conciliar poco, la respuesta es sí, quiero hacerme un profesional, y para eso hay que luchar.

Este ha sido un buen golpe, ha habido un minuto de cien segundos de silencio. Pasemos a las condiciones económicas. Lo que era sueldo fijo se ha convertido en variable cien por cien, pero que como todo el personal cobra, entienden que es sueldo fijo. Lo que se entendía por coche de empresa se convierte en un cheque gasolina para realizar los desplazamientos. Lo que se ofrecía como un contrato estable se ha convertido en un seis meses prorrogables, y lo que era un plan de carrera, en tres años de escalado salarial. Para rematar, la formación continua por parte de la empresa es, en realidad, un contrato que durante tres años me ata a la empresa, so pena de una penalización por rescisión unilateral por mi parte, de igual importe a mi salario retribuido. Hay muchas formas de engañar, de mentir y de tergiversar las cosas, pero esta me ha cogido de sorpresa. Sin tiempo para rebatir, me explican que la empresa está en un profundo proceso de renovación, que los candidatos y futuros empleados son muchos, y que este proceso responde a la necesidad de adaptar los perfiles de trabajo a la nueva estrategia trienal de la organización, por supuesto nada que ver con la también carencia trienal de mi plan de carrera. De la descripción del puesto nada se ha hablado hasta el momento, pero tengo que preguntar. ¿Sr Voyaexplotar, cuáles serían mis funciones?. La respuesta evidente, comercial a puerta fría, si no, cuál sería el motivo del salario variable.

dudas post entrevista

Fin de la entrevista. Fin de mis ilusiones de hoy por ceder mis capacidades a una gran empresa. Fin de la esperanza. Para mí, solamente, fin del día. Ligero deshago el camino, con la habitual parada obligada de un café en una terraza soleada, desmontando el castillo que ya había hecho, borrando de la hoja de ruta el plan con mi pareja, enjuagando mis lágrimas de frustración en un café, en una preciosa ciudad, con una galleta en la mano que por cavitación se empapa de café, lentamente, al mismo ritmo que mi ánimo se recompone. Me vuelvo a decir, conmigo no podéis, yo lo voy a conseguir, sólo es cuestión de readaptar mi estrategia, redefinir mi plan, mis expectativas y volver a recargar las ilusiones, y mañana comienzo de nuevo a forjar mi futuro, mientras me sobreviene una imagen, la de mi currículo escrito en inglés.

Archivado en Buscar trabajo, Mercado Laboral, Precariedad laboral, Realidad laboral, Situación en España
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