El principio de las utilidades marginales decrecientes y el préstamo con interés

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Justificación del interés

Hace años leí lo que aún me parece una de las explicaciones más plausibles, por su simpleza, de la existencia del préstamo con interés, de por qué cuando pedimos dinero prestado a alguien, a una entidad financiera, tenemos que devolver, no sólo la cuantía prestada, sino también una cantidad adicional: los intereses –de los que hablamos muchas veces en Capitalibre y en otros blogs de Difoosion, como, por ejemplo, cuando hablamos de cómo calcular el coste de la financiación que nos ofrecen al comprar un nuevo terminal telefónico o cuando comentamos los aspectos más polémicos de las tarjetas de crédito–. El libro donde lo leí es de Gustavo Levenfeld y Sofía de la Maza, se llama “Matemática de las operaciones financieras y de la inversión” y estaba editado por McGraw-Hill en 1997, aunque, en la actualidad, está descatalogado.

Comencemos explicando qué es eso del principio de las utilidades marginales decrecientes. En microeconomía, la parte de la teoría económica que se encarga de tratar de explicar las relaciones entre los distintos agentes económicos, se denominan bienes económicos a aquéllos que satisfacen necesidades humanas pero que son escasos, que no hay para todos, de ahí que sobre ellos se pueda establecer un precio en función de la oferta y de la demanda de los mismos. Centrémonos en la primera parte de la definición, en el hecho de que satisfacen necesidades humanas. Es evidente que, si pudiéramos medir esa satisfacción, lo que los economistas llaman utilidad, dicha medida podría ser diferente para el mismo bien y para el mismo agente económico. Uno de los ejemplos más usados es el de la sed; cuando en verano tenemos sed, los primeros dos o tres vasos de agua nos proporcionan bastante utilidad, pero a medida que nuestras necesidades, nuestra sed, va quedando saciada, es cierto que esa utilidad es cada vez menor y después de varios vasos, quizás ya no nos apetezca más agua en absoluto. Pues esto es el principio de las utilidades marginales decrecientes: la utilidad que proporciona una unidad adicional de un bien económico es menor conforme se posee más de ese bien económico.

Con la renta disponible de las personas sucede lo mismo. Ganar cien euros más cuando tu salario es de mil euros proporciona más utilidad que ganar esos mismos cien euros más cuando tu salario es de cinco mil euros. Supongamos dos agentes económicos cuya renta disponible es la misma y, además, es constante en el tiempo; pongamos que dicha renta es de 1.000 unidades monetarias. Y supongamos también que uno de ellos necesita, en un momento dado, realizar una inversión para la cual no dispone de la suficiente renta. En este caso, podría pedirle prestado al otro la cantidad necesaria para poder llevar a cabo esa inversión: 200 unidades monetarias. El que presta lo hará perdiendo utilidad; su renta disponible durante ese período será menor –se quedará en 800 unidades monetarias– y, por lo tanto, la utilidad que le proporciona dicha renta será también menor.

En el período siguiente, el agente que pidió prestado el dinero ha de devolverlo. Supongamos, en primer lugar que devuelve únicamente las 200 unidades monetarias que le habían prestado. El prestamista, en este caso, no percibirá la misma utilidad que la que dejó de percibir el período anterior en virtud, precisamente, del principio de las utilidades marginales decrecientes. En efecto, la utilidad de 200 unidades monetarias adicionales sobre una renta disponible de 800 unidades monetarias –la del año en el que le dejó el dinero– es mayor que la utilidad de 200 unidades monetarias adicionales sobre una renta disponible de 1.000 unidades monetarias. Así que nuestro agente no podrá quedar contento con el trato si éste únicamente contempla la devolución de la cantidad prestada y querrá que el otro le devuelva algo más. Ese “algo más”, pongamos que 10 unidades monetarias más, son precisamente los intereses.

En definitiva, según esta explicación microeconómica, el interés del dinero prestado no es otra cosa sino una compensación por la pérdida de utilidad del prestamista en el período en el que presta el dinero con respecto al período en el que lo recupera, debido al principio de las utilidades marginales decrecientes. Evidentemente, la explicación, como he dicho al principio, es muy simple, pero creo que es bastante sólida a la hora de explicar por qué existe el préstamo con interés.

Archivado en Curiosidades, Microeconomía, Teoría del tipo de interés, Teoría Económica, Tipos de Interés
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