Está claro que nuestro actual sistema de pensiones peligra si no hacemos nada para cambiarlo. Pese a que la esperanza de vida, que ha crecido, es el principal argumento de que se retrase la edad de acceso a ésta. Sin embargo, hay otros problemas a los que no estamos prestando la suficiente atención como por ejemplo la falta de ingresos en los actuales activos que no cubrirán lo necesario para jubilarse dignamente o el problema demográfico que se acelerará en los próximos años.
Sistema de pensiones con un cortocircuito predecible
Más allá del hecho de que necesitamos población joven, que soporte la carga de los que se jubilarán las próximas décadas, lo cierto es que hay aún otro problema al que no se le está prestando la suficiente atención. En este caso nos encontramos con que el poder adquisitivo de muchos jubilados es superior al de sus hijos, y que son precisamente ellos los que les ayudan a poder mantener su nivel de vida.
Ese hecho que hace que los jubilados se vean obligados a usar parte de la pensión para ayudar a los hijos preocupa. Preocupa a los pensionistas que ven como con su falta, el nivel adquisitivo familiar disminuiría de forma importante. Y preocupa a sus hijos, no solo por el presente, sino por el futuro. Ellos no podrán cobrar prestaciones como las de sus padres, porque sus ingresos han disminuido de manera considerable por el desempleo y las caídas salariales.
Y lo peor aún está por llegar. Si eso se mantiene, la siguiente generación aún sufrirá más consecuencias. Con lo que los jóvenes tienen por delante un futuro muy negro si no frenamos de algún modo este cortocircuito que se avecina en el sistema de pensiones. Y la solución no es alargar la edad de jubilación, sino hacer crecer la economía, subir salarios y crear nuevos puestos de trabajo.
Imagen: ANSESGOB
