La esperamos casi como quién espera por Dios. Al menos, tomando el refrán popular como metáfora. La esperada reforma fiscal parece cobrar el gran protagonismo tras unas elecciones en las que los resultados no han sido los esperados. El ejecutivo abordará cambios, pero cambios que parecen ser más un reciclaje de lo que ya había, que verdaderas mutaciones desde la raíz. La reforma fiscal será un poco de todo lo que hemos ido viendo, y según los expertos las medidas estrella y verdaderamente nuevas, brillarán por su ausencia.
De hecho, ante la insistencia de Europa por la bajada de cotizaciones sociales tan esperada lo que parece que llama la atención en el caso de una supuesta novedad relacionada con la exención de cotizaciones sociales para empleos a parados de larga duración. De momento, no hay nada concreto sobre la mesa. Y se incentivaría de ese modo que saliesen de las lsitas los parados que más tiempo llevan en ellas, pero se incentivaría una competencia desleal por los puestos de trabajo.
Las medidas estrelladas de la reforma fiscal
Pymes y sociedades: mientras a las sociedades les bajarán el tipo del 30% al 25%, parece que el gobierno insiste en mantenerle a las pymes el suyo del 25%. ¿Curioso cuándo son las que crean el 80% del empleo, no?
Bajada de tipos: habrá bajadas en todos los tipos, pero si echamos un vistazo a cómo se supone que lo harán, vemos claramente como los más beneficiados serán los tramos más altos. Al final, la carga fiscal estará sobre las familias de nuevo.
Inversión privada: el gobierno parece dispuesto a un modelo a medias entre lo público y lo privado. De hecho, son muchos los que insisten en el alto interés del ejecutivo en dar financiación a quiénes puedan ofrecer servicios públicos como por ejemplo en los aeropuertos.
Mejora del empleo: todas estas medidas se desarrollan para un escenario en el que el empleo mejore. De momento, las cifras indican mayor precariedad y trabajo temporal. ¿Y si el escenario de la reforma fiscal no es el real?
Imagen: Cancillería Ecuador