Es probablemente una de esas tesis que cada vez que se habla de impuestos sale a la luz. La última de las propuestas del nuevo jefe de los socialistas, Pedro Sánchez, dista mucho de ser una novedad. De hecho, es más bien una premisa que en casi todos los casos se repite en tiempos de crisis, de reformas fiscales, o de elecciones. Un impuesto a los ricos. Un impuesto a las grandes fortunas. O un impuesto de justicia social. Llámese x es la misma idea.
En este caso, la propuesta del jefe del PSOE no ha sido demasiado clara. Tan solo se ha incidido en la idea de que debería ser lo correcto, que cada cual pague por lo que tiene para que la cuenta nos salga bien a todos. Y que debería ser un impuesto para aquellos que tributan por el Impuesto de Sociedades que con la norma caerá al 25% y se queda muy por debajo del que pagarían los contribuyentes del tramo máximo del IRPF. Una especie de impuesto de compensación para esa vía legal de pagar menos. Pero no hay más explicaciones.
Está claro que las clases medias y bajas son las que sostienen el sistema fiscal. Y también que el actual gasto público, con innumerables cargos políticos y asesores es insostenible. También que el término impuesto para ricos gusta en épocas electoralistas. Sin embargo, en el caso por ejemplo de las SICAVs, el mecanismo que utilizan muchas grandes fortunas para evadir el pago de impuestos, nadie ha dicho nada. Y teniendo en cuenta que aquí se paga un 1% mientras que con el impuesto de sociedades el tipo es del 25%, no parece que haya mucha coherencia en el argumento.
Además, mientras existan paraísos fiscales, Hacienda no cuente con los medios suficientes y veamos casos de impunidad por evadir o amnistías fiscales, será difícil revertir la situación del pago en la renta tan desigual que tenemos.
Imagen: Images_of_Money
