De la pobreza en España no es la primera vez que se habla con informes de las principales ONGs que echan las manos a la cabeza por la brutal situación de muchos ciudadanos. Sin embargo, si hay un término que forma parte de nuestra realidad más actual, esa que ha ocasionado una crisis que parecía no tener fin, y que ha sumido en una situación muy precaria a muchas familias. Nos referimos a la pobreza energética, esa que impide que las economías domésticas puedan pagar sus facturas de luz y de gas, asegurándose así tanto el consumo eléctrico, como el de agua caliente y el de calefacción.
Los informes indican que las compañías eléctricas cortaron la luz el año pasado a más de un millón de personas. Y lo hicieron porque esos hogares dejaron de pagar la deuda del consumo eléctrico, precisamente porque no podían asumirla dada la precaria situación. Sin embargo, llama la atención que el beneficio obtenido durante ese mismo año por el conjunto de las eléctricas supera los 6 millones de euros. Una cifra muy elevada teniendo en cuenta la actual situación y la nula defensa de todos esos ciudadanos a los que les toca sobrevivir sin energía.
Si además echamos un vistazo a la evolución de la factura de la luz, vemos una subida del 56,4% desde el año 2007, algo muy diferente de lo que ha ocurrido en la mayoría de países europeos. Con ese panorama, y unos datos estimados de entre el 4,4% y el 5,6% de hogares afectados por pobreza energética (el primero de la Comisión Nacional de mercados, el segundo un estimado de Iberdrola), va siendo hora de buscarle una solución en la que todas las partes ganen, y no en la que solamente una de las partes, la más fuerte, además, sea la única que se puede beneficiar de una situación tan precaria.
Imagen: Manel