El IVA de caja ha sido una figura creada en principio para ayudar a autónomos y emprendedores. Digo en principio, porque apenas un bajo porcentaje del previsto se acogieron a la compleja fórmula para pagar solamente el IVA de las facturas cobradas. ¿Acaso los autónomos quieren adelantar el dinero del IVA? No exactamente. El sistema en sí mismo y el desconocimiento por parte del colectivo son las principales razones de su escaso éxito.
El IVA de caja permite al autónomo pagar el IVA solo cuando la factura ha sido efectivamente pagada. Pero al mismo tiempo, para acogerse a ese sistema, se debe informar a la empresa o al otro profesional del hecho, y por lo tanto, ese otro implicado no podrá deducírselo hasta que lo haya pagado efectivamente. Muchas grandes compañías se niegan a aplicar la contabilidad de este modo, y eso ha hecho que muchos autónomos tengan que elegir entre seguir facturándoles de manera tradicional, o simplemente despedirse de su actividad.
Falta de comunicación de la Administración
Sin embargo, no solamente lo anterior ha influido en la escasa aceptación del IVA de caja. Las asociaciones de autónomos aseguran que la comunicación por parte de la Administración ha sido mala, y de hecho, entre sus afiliados calculan que el 75% de los autónomos ni siquiera conoce el sistema, ni se han planteado pasarse a él precisamente porque no conocen ni las desventajas, ni las ventajas ni los pasos que deberían seguir para hacerlo.
Particularmente, no acabo de ver el IVA de caja como una solución. Sin embargo, si se supone que se creó para serlo, deberían de haberse utilizado más recursos para darlo a conocer, porque si 3 de cada 4 autónomos, que es a quién va dirigido, no sabe cómo funciona, la estrategia ha sido claramente pésima. ¿Tú te has pasado al régimen de IVA de caja? ¿Lo conoces?
Imagen: Angel Xavier Viera-Vargas