El desempleo juvenil es una de las cosas que más preocupan en la economía española. De hecho, Europa nos ha encomendado resolver ese problema con la mayor urgencia. Hay que recordar que actualmente se sitúa por encima del 50%, y que en ciertas localidades, con mucha población joven y gran desigualdad esos porcentajes se elevan hasta el 80%. Sin embargo, ese fenómeno ha sido duramente criticado desde diversos sectores calificando a la generación actual como la de los “ni-nis”.
Con ese término se designa despectivamente a los jóvenes que no quieren trabajar, y que tampoco estudian. En realidad, se le coloca una especie de definición de la voluntad de todos estos jóvenes de pertenecer a ese colectivo. Sin embargo, las cifras oficiales lo desmienten. Según un reciente informe tenemos que uno de cada dos jóvenes en paro lleva buscando trabajo más de un año. Es decir, al menos el 50% no es un ni-ni por mero placer y está buscando desesperadamente cómo salir de la situación actual en la que se encuentra.
Si comparamos los datos del paro juvenil, nos llevamos un buen susto. Desde el tercer trimestre de 2007, cuando se da por iniciada la la crisis que aún llega hasta nuestros días, hasta finales de 2014, que es el último período del que se tienen datos, la tasa de paro de los menores de 25 años se ha triplicado. Se ha pasado de un 17,9% de desempleo juvenil en los menores de 25 años a una cifra que alcanza el 51,8%. Además, más de un millón de activos de este colectivo han desaparecido de las cifras, bien porque han emigrado en busca de un futuro mejor, bien porque la natalidad en España ha ido decreciendo en las nuevas generaciones.
Se trata pues de una situación límite que conviene resolver cuánto antes con verdaderas políticas que incentiven la contratación y que pongan en manos de los jóvenes los conocimientos que demandan las empresas. No se puede prolonga por más años esta lacra.
Imagen: josevicentealmiron
